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Carta de Rebeca


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Antepostpretérito-Subjuntivo



¿Qué hubieras dicho, primo, si lo hubieras sabido en ese momento? Que hubiera preferido morir a tomar tu mano o escuchar tus palabras de afecto; que hubiera preferido quemarme toda la piel del cuerpo con un solo fósforo, trozo a trozo, a sentir tu abrazo o tu beso sobre mi mejilla; que me hubiera arrancado los ojos para no ver tu cuerpo sobre el mío nunca, jamás.

¿Qué hubieras escuchado, madre, si me hubieras preguntado en ese entonces? Que hubiera preferido padecer la agonía de la soledad eterna a ser el espejo de tu presente y tu memoria; que hubiera elegido beber tu sangre y profanar tu cuerpo a salvarte la vida en cualquier instante; que hubiera entregado mi alma a cualquiera con tal de no sentirme parte de tus pertenencias.

¿Qué hubieras sentido, Oralia, si me hubieras abrazado esa tarde de verano? Hubieras encontrado el amor mezclado con el desprecio, el aroma del desencanto impregnado en mi ropa y una lágrima de mi cariño de hermana, idéntica al cristal de tu pupila. Hubieras percibido el fin de todo y la razón de mi partida: el hastío más grande que una mente humana hubiera imaginado jamás.

Desaparición


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Pretérito-indicativo


La llamó por teléfono varias veces antes de intentar otra cosa. Desechó de inmediato toda posibilidad de llamar a su prima y decidió entrar al colegio para indagar por ella. Trató de aparentar normalidad cuando conversó con la maestra, pero prácticamente se desplomó cuando supo que Rebeca le mintió acerca de su horario.

Tomó la decisión más difícil de su vida: apagó el teléfono. Comenzó a preguntar a todas las niñas del colegio acerca del paradero de la muchacha y, finalmente, alguien le dio una referencia del parque cercano. Corrió hacia allí y pensó en mil excusas para su retraso.

En el parque, solo encontró a una anciana dormida frente al tablero de ajedrez. Encendió el celular, llamó a Rebeca y, entonces, escuchó la vibración del teléfono. Lo recogió del suelo, lo abrazó y temió lo peor. De inmediato, envió una alerta total a los miembros de la familia y juró, a cualquier precio, encontrar a su princesa perdida.

Segunda transformación


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Presente-Indicativo



Me miran con odio en los ojos y traen filas de ejércitos para enfrentarme. No tienen respeto por la vida de nadie y entregan a sus niños como ofrenda para mí. Y los mato, sin piedad, porque casi me lo están rogando. La vida y su contrato injusto son eso y ustedes lo defienden con entrega.

Pero vos, vos sos diferente. Venís frente a mí y decís representar a alguien muerto hace ya mucho tiempo. Cantás con una voz que me ensordece y el aroma de tu ropa me impide poder encontrarte. Intento atacarte, pero no te veo. Huís de mí como una rata y caigo en la trampa de tu círculo. Luchamos durante mucho tiempo y, finalmente, veo la sangre salir de tu cuerpo.

Pero cuando salgo de vos, de tu círculo, estoy en la batalla, como al principio, pero mi cuerpo ya no arde en llamas, sino que apenas me muevo. Doy un grito, pero escucho un miserable maullido; intento ponerme de pie, pero mis patas no me lo permiten. Apenas tengo control suficiente para huir de ustedes. Encerrado en el cuerpo de un miserable gato, juro venganza eterna contra ti y toda tu familia, prometo romper tu círculo y calcinar el mundo entero con mis llamas azules.

Traslado


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Pretérito-indicativo



En medio de la luz difusa del atardecer, cuando las voces de los niños se alejaron para regresar a casa antes de la aparición de la luna, quedaron los dos cuerpos, frente a frente. El celular de ella comenzó a vibrar, pero sus extremidades desmayadas no reaccionaron y el aparato cayó al suelo.

Entonces, el pequeño gato color negro se levantó del regazo de la anciana, caminó por encima de la mesa y se colocó en los brazos de Rebeca Esteban. Y, con un movimiento tan sencillo, selló el contrato de posesión, e Indraneel se adueñó del cuerpo de la muchacha, completamente.

Caminaron con dificultad para alejarse del parque, juntos. Y el celular quedó en el piso, llamando desesperadamente a su dueña.

El principio de todo


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Presente-indicativo

—Y ahora, por fin, sos mía para siempre.

El final de todo


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Pretérito-indicativo



—Nunca me dijiste tu nombre—colocó la pieza en el tablero, con la mirada baja.

—Cuando nací por primera vez, mi madre me llamó Ilesh—movió su pieza y empujó la de ella con un poco de desdén—. Fueron ustedes quienes luego me pusieron por nombre Indraneel. Y por eso me convertí en esto—apretó la pieza en sus manos rugosas—. Jaque mate.

—Cuando nací, los miembros de la familia Esteban me llamaron Rebeca. Pero—reveló una insospechada sonrisa—, cuando te conocí de verdad, vos también, me llamaste con ese nombre, ¿cierto? La segunda vez que nací, me regalaste un nombre de seis letras, un nombre único, un nombre solo para mí: R-e-b-e-c-a…—y dejó caer las manos a los lados, sin energía.

Dos opciones


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Futuro-indicativo



Será triste caer en una trampa tan sencilla. En ese momento, estarás atrapado en mis finas redes, demonio Indraneel. La enredadera tatuada en mi espalda se extenderá hacia ti y te convertirá en un eterno prisionero del contrato de la vida. Me bastará un movimiento en la siguiente jugada para aplastarte definitivamente. 

Realizaré mi jugada estrella, ganaré la partida y me convertiré en la dueña de tu destino. Cumpliré los acuerdos de nuestro contrato, te enviaré a ajustar cuentas con la vida y pasaré a ser reconocida como la salvadora de la familia Esteban. Permaneceré en la sombra del mundo y seré la luz para los exorcistas de mi círculo. Cumpliré el destino establecido para mí desde el inicio.

O… fingiré no haber planeado esto. Moveré la pieza según tus cálculos y enfrentaré la derrota. Entregaré mi cuerpo al demonio Indraneel y seré usada para exterminar a todo los miembros de mi familia. Causaré el final de todo o, más bien, el principio de todo…

Órdenes


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Imperativo


Inclinate ante mí y entregame como prenda tus ojos impregnados de fuego azul. Abrí en dos tu espíritu y permitime apropiarme de todo tu ser. Olvidá tu lealtad y tu respeto por las enseñanzas de tu familia y convertite en un fino instrumento para desmembrar a todos tus iguales.

Sé única, para mí. Sé única, para todos. Con pasos cortantes del viento y conjuros hechizantes de sirena, cortá la cabeza de los blasfemos y rompé en pedazos tu propio y amado círculo. Haceme fuerte con tus manos suaves, haceme inmortal con tu cuerpo de niña.

Inclinate ante mí y usá tu cabello aromático para limpiar la sangre de nuestros enemigos. Usá mi nombre y mi excusa para cobrar venganza de todos los pecados evidenciados frente a ti. Viví junto al demonio de llamas azules y compartí conmigo el odio por la siempre injusta y tracionera vida.

Jaque


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Presente-indicativo



—Jaque—lo dice lentamente y con calma.

—Ciertamente, pero no es el final del juego—no se inmuta en absoluto.

—Incluso si pierde ahora, pequeña exorcista, le aseguro que el juego dura para siempre—y sonríe.

Esto


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Presente-indicativo


 Esto, esto verdaderamente es el hastío (mueve la pieza y anticipa tres movimientos). Infinitamente las mismas repeticiones una y otra vez en mi cabeza. Matanzas, guerras, peones, todo es igual. Si cambias algo de lugar, el enemigo se mueve en consecuencia, lo haces creer en su victoria y luego lo aplastas.

Esto, esto es verdaderamente el hastío (su enemigo la sorprende con un movimiento no previsto). Es estar harto de saborear siempre una vida con las mismas esencias, es reconocerse como alguien perfectamente reemplazable y repetible. Una pieza de un juego detestable y, sobre todo, finito.

Todo esto es el hastío. La palabra más prohibida de todas (ella anticipa de nuevo, planea su victoria). Una palabra sucia, capaz de ensuciar la mente de quien la pronuncia en sus sueños. Una palabra podrida y, al mismo tiempo, deliciosa.

La partida


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Copretérito-indicativo



Cuando yo era niña, mi papá se esforzaba por enseñarme a jugar al ajedrez. Yo lo intentaba pero dos segundos después ya estaba cometiendo errores tontos y jamás lograba ganarle a nadie, por más que me esforzaba.

Por eso, ese día en el parque, yo miraba a los dos combatientes sin entender mucho de sus estrategias o sus tácticas. Lo que sí entendía, sin duda, era ese hermoso ritmo de piezas cambiando de sitio, en una sincronía perfecta. Lo que sí entendía era el brillo de dos almas perfectamente acompasadas.

De un lado y de otro, los colores se iban fundiendo y las piezas desaparecían. Como un baile monocromático las piezas se encontraban y se aglomeraban alrededor de un único objetivo. Había belleza y soledad en eso, había una historia amalgamada por fuego y viento.

Estrategia


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Antefuturo-indicativo



Habré estado sentada frente a un tablero como este al menos cien veces. En una y otra ocasión, habré movido las piezas en una metódica estrategia encaminada a desarrollar una memoria perfecta. Habré repetido esquemas posibles de acción para ganar la batalla, como una máquina insensible ante cualquier oponente.

Habré visto llorar frente a mí a adultos y niños por no poder ganarme y habré recibido halagos de los más altos mandos por darles “un espectáculo digno”. Y ellos, ¿habrán sentido algo de pasión por piezas con figuras, sin mando ni significado?

¿Habré odiado siempre este juego o habré aprendido a amarlo con el tiempo? ¿Habré mentido al afirmar haber jugado una sola vez? ¿O, simplemente, habré asimilado el ajedrez como una metódica estrategia para atrapar, capturar, inmovilizar y asesinar al enemigo?

Posesión demoniaca


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Futuro-indicativo


 —¿Valdrá la pena arriesgar esta vida robada solo por el cuerpo de una pequeña exorcista?

—¿Y qué harás con él? ¿Qué harás si llegás a ser el dueño absoluto de Rebeca Esteban?

—Asesinaré a todos los miembros de tu familia, uno por uno. Me aprovecharé de tu conocimiento, tu velocidad y tu fuerza para erradicar la fuerza elemental del círculo, hasta romper la esencia misma de su magia. De esa forma, recuperaré mi verdadero cuerpo y volveré a ser el demonio de llamas azules.

Contrato


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Presente-indicativo



Los abajo firmantes se comprometen a llevar a término los requisitos de este contrato, disputado por medio de una partida de ajedrez.

En el caso de haber perdido, la parte sobrenatural del contrato se compromete a proveeer de un ambiente propicio para su exorcismo ritual, considerándose el oponer resistencia una inmediata violación al presente contrato y sus términos. De este modo, la parte sobrenatural firmante se compromete también a concluir su contrato con la vida y responder a los términos establecidos en dicho documento.

En el caso de haber perdido, la parte no natural del contrato deberá entregar como prenda el control absoluto de su cuerpo. Esto implica no ofrecer ninguna resistencia a la posesión demoníaca ni en el momento del traslado ni en momentos posteriores. De perder la partida de ajedrez, se compromete a entregarse de inmediato y eternamente a la parte sobrenatural abajo firmante.

El parque ese día


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Presente-subjuntivo



Ojalá el parque supiera de este encuentro. Entonces, quizá el viento soplara con mayor delicadeza y el cielo pintara sus celajes de un color más azulado, digno del demonio de las llamas. Quizá los niños callaran y dejaran de gritar a lo lejos mientras persiguen las palomas asustadas. Quizá se reunieran asistentes para el encuentro.

Ojalá ella estuviera usando una ropa más adecuada, su traje de exorcista color púrpura desilusionado, en lugar de ese estupido uniforme de colegio color café, algo holgado para su figura esbelta. Y la anciana, un atuendo menos clásico, digno del famoso Indraneel, sin un molesto gato en el regazo.

Ojalá el momento no fuera un instante tan bellamente ilustrado: una anciana y una niña sentadas en una mesa, frente a un tablero de ajedrez. Ojalá pareciera un combate mortal en lugar de un simple e idilico encuentro.

Contrato


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Presente-indicativo



—Hagamos un contrato, vos y yo, un contrato irrompible entre fantasma y exorcista; un contrato irrompible entre prisionero y prisionera de la familia Esteban.

—¿Sin ningún secreto, demonio Indraneel?—una sonrisa se dibuja en el alma del espectro al descubrir su invisibilidad perdida desde quien sabe hace cuánto tiempo
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—Sin ningún secreto, exorcista de primer nivel, Rebeca Esteban.

Fuerza desperdiciada


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Presente-indicativo



— ¿De verdad está bien que una exorcista de tu nivel reciba una paliza como esa? ¿No sos la más fuerte? ¿No podés detenerlos en cualquier momento?

—Nadie puede entender el sentido del deber y la lealtad de un exorcista hacia su familia. Esto no es nada comparado con mis entrenamientos y con otros castigos.

—Pero ese cuerpo, esa genialidad, es digna de llegar muchísimo más lejos. No entiendo como una miserable enredadera puede detener a alguien cuyo espíritu está hecho de fuego.

Tradición de madre e hija


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Pretérito-indicativo



Odela tomó a su hija del cabello y la arrastró a la habitación. Comparó el peso del cuerpo actual con el de la pequeña niña de un tétrune atrás, pero no tuvo miedo. La arrinconó contra la cama de un empujón. No cerró la puerta del cuarto, ni le impidió a Ralph el paso, pero sí inmovilizó el brazo de su hija, como el de tantos cuerpos poseídos por espectros.

Y la golpeó. No una, ni dos, ni tres veces, sino tantas como le permitió la ira en ese momento. Escuchó un sollozo ahogado, casi inevitable. Repitió las reglas: “No salir de casa sin avisar a tres parientes de su hora de regreso y destino”, “Respetar siempre el horario estipulado”, “Obedecer a respectivo encargado”, “Estar siempre a tiempo”. 

“Listo, prima, suficiente”. Observó un brazo de hombre interpuesto en su camino, quiso parar, pero un brazo que, prácticamente en un parpadeo, cambió de niña a mujer, retiró el otro con desprecio y pidió recibir su castigo con tal de no ser salvada por Ralph. Odela aceptó. Por cada letra de las reglas, estampó un golpe nuevo en el cuerpo al cual le dio la vida.

Llegada tardía


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Futuro-indicativo


Nunca entenderá el verdadero motivo. Simplemente recordará el tema de la conversación y las discusiones de ese momento y, evidentemente, el timbre del celular para avisar de la llamada entrante.

Correrá con toda su alma hacia la escuela, pero acatará a tomar un ligero desvío para aparecer por otra ruta y no delatar tan fácilmente su lugar secreto. Observará la camioneta y calculará menos de 15 minutos de retraso, fáciles de reponer, fáciles de recuperar. Incluso sonreirá al saberse en una situación tan cotidiana para el resto del mundo y tan ajena para ella.

Divisará a su madre sentada en la camioneta, y entonces dejarán de parecerle divertidos los ligeros cambios. Maldecirá mil veces el encuentro de dos terribles encuentros simultáneos, pero aún más la mirada de compasión de Ralph al abrirle la puerta del carro. Durante el viaje, preparará su mente para encerrar en lo más profundo la palabra prohibida: hastío.

Incesto


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Antepresente-indicativo



—Lo he visto con mis propios ojos: un padre casándose con su propia hija. Y aún así, he ido a revisar los registros familiares, pero los han limpiado cuidadosamente, todo intacto.

—Bueno, siempre lo he supuesto. Esa figura repetida una y otra vez me ha atormentado sin cesar, la casualidad no ha entrado en el juego sino la genética.
 
—Han llegado tan lejos para cazarnos, le han vendido su alma al poder de un círculo corrupto. Hemos visto lo más bajo de este mundo y aún así, hemos sido capturados por seres demasiado inferiores a nosotros.

Hermanos


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Presente-indicativo



—¿Vas a casarte con él, con el tipo de la camioneta?— ella se voltea, sorprendida—Ya sabés que no es un secreto para mí, los exorcistas del clan Esteban solo se casan con miembros de su misma familia.
 
—La persona de la camioneta es mi hermano— sentenciosa, concreta—. Incluso si los registros de la ciudad indican que nuestras madres son primas, esa persona es hijo de mi padre, nacido antes del matrimonio. Y aún así— iracunda, fúrica—, él es capaz de tomarme la mano cuando estamos solos, sin ninguna vergüenza.

—Y con esa ira en los ojos lo aceptás, ¿cierto? Solo porque tu abuela lo pide, le entregás el cuerpo a alguien de tu misma familia.

Cárcel


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Copretérito-indicativo



Era una cárcel de normas memorizadas una por una tras noches de insomnio y temor. Ella estaba acostumbrada a vivir respaldada en ellas y a seguirlas para garantizar su propia supervivencia y la de todo su clan. Porque esa cárcel era al mismo tiempo el lugar más cómodo del mundo, dónde no era necesario pensar para seguir viviendo.


Era una cárcel de pensamientos enterrados bajo las sábanas. Ella intentaba escapar de ese sitio y apagar la persecución con los audífonos al volumen máximo. Porque en esa cárcel se prácticaba la tortura de los recuerdos sinuosos, los cuales incitaban a revelarse incluso al más cuerdo.


Era una cárcel de palabras dichas y no dichas. Ella decía las menos posibles para evitar retractarse eventualmente de ellas. Porque si alguna vez volvía sobre sus pasos no quería recoger demasiados trozos de frases, prefería cometer el pecado del eterno silencio.

Repetición


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Presente-indicativo



—En este mundo, todo cae, sube y vuelve a caer. Los pensamientos de las personas se llenan de indiferencia y amor, de batallas y descansos, de risas y llantos. El conocimiento de todas las cosas gira y gira hasta lograr concretarse pero, incluso en ese momento, la búsqueda recomienza. El mundo es una cosa destinada a no terminar nunca.

—Y entonces, ¿por qué seguís aquí viendo una obra sin sorpresas?
 
—Una vez cada 50 tétrunes, o más, algo cambia, ¿sabés? Después de incontables tétrunes sé con certeza que todo gira en un baile desacompasado, pero aún así, siempre encuentro algo al alcance de mis ojos, pero no de mis manos. Por ejemplo, en este mundo, todo se repite, Rebeca, todo, menos vos.

Seis letras


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Postpretérito-indicativo



—Y entonces—una risa ligera, burlesca—, ¿porqué habrían de darte un nombre solo para ti? ¿Por qué te arrullarían con los dulces sonidos del nombre Rebeca? Seis letras fabricadas de aire: R-e-b-e-c-a—con lentitud rítmica.

El silencio de las cosas rotas.

—Y aún así, yo lo sabría—un maullido meloso colándose en el aire—. En medio de la noche más oscura, atrapado entre hebras de cabello idéntico, sin duda lo sabría. Reconocería la fuerza de tu conjuro, la ira de tus manos, tus pasos cortando el viento y sobre todo, el fuego azul de tus ojos. Te reconocería como un nombre de seis letras, incapaz de difuminarse en medio de los Esteban; brillarías como alguien completamente distinto al resto.

Idénticas


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Presente-indicativo



—¿Ahora seguirme al colegio es otro de tus pasatiempos? Su nombre o su relación conmigo no es de tu incumbencia.

—No es necesario ponerse tan a la defensiva. Lo pregunto porque ustedes dos son un producto muy bien fabricado. A pesar de la diferencia de edad, realmente iguales en todos los aspectos, hasta la última hebra del cabello.

—Por supuesto, porque en eso se basa nuestra fuerza. En medio de la oscuridad de la noche, no podés saber quién te ataca ¿Soy yo, mi madre, mi hermana? No existe medio de poder diferenciarnos de ningún modo. Por eso, nuestra familia siempre está unida, no somos individuos, sino un grupo. Somos el clan de los Esteban.

Amor


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Pretérito-indicativo



Ese día, para no variar, Rebeca se levantó de la banca del parque, completamente disgustada con el último comentario de ese ignorante fantasma. Se alisó la falda del colegio y se marchó sin despedirse, para marcar más su intolerancia. Revisó tener el suficiente tiempo para entrar al baño, tomar un sorbo de agua y salir naturalmente con el tono de la campana.

El agua le supo particularmente metálica, por el efecto de la antigua cañería. Caminó con entera tranquilidad sobre el adoquinado de rombos amarillos y negros, hasta llegar a las verjas cafés rodeadas de árboles. Fue entonces cuando la vio, idéntica a la imagen de su recuerdo. El corazón le dio un salto e intentó huir de su pecho, pero ella mantuvo la expresión intacta.

Desde la ventana de esa monótona camioneta, Oralia la saludó emocionada con la mano. Ella contradijo sus propios instintos y no aceleró la velocidad de pasos. Caminó por un sendero eterno hasta tocar la manija de la puerta y su alma se desfragmentó en un centenar de emociones y recuerdos. Por un momento, todo fue cálido. Se subió al carro y, justo cuando percibió la calidez del abrazo, la palabra “amor” se adueñó de todos sus pensamientos.

Don’t say “Lazy”


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Futuro-indicativo



Please don’t’ say “You are lazy”

Casi no habrá tiempo para escuchar música, sin embargo, la silenciosa muchachita del parque siempre encontrará el momento para sacar los audífonos y poner una canción. Y esa canción siempre será la misma sin importar la hora, el día, el lugar y la fecha. El botón de retorno se gastará más pronto que los otros.

datte honto ha crazy 

Y esa música enloquecerá lentamente el sentido de los conversaciones del parque y las hará locas y rebeldes y perezosas. Esa música se convertirá en un tormentoso recuerdo para sacar a relucir en las horas solitarias de la muchacha, la anciana y el gato del parque.

Kushakutachi ha sou Koko zo to iu toki bi wo bakaserun desu

Los cisnes se convertirán en tiza y los acordes se casarán con las memorias para atormentar día y noche corazones confusos. Palabras más, palabras menos, todas danzarán en la cabeza. Y el botón de retorno se deshará hasta volverse casi transparente.

Infancia


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Postpretérito-indicativo


Escucharía siempre los mismos regaños y amenazas. Sentada en un rincón, aprendería a disfrutar el aroma de la sangre y miraría atentamente las disecciones de los cuerpos poseídos. Temería siempre la mano de un exorcista superior sobre su cabeza, sobre sus brazos, sobre su rostro. Lloraría a escondidas la pérdida de su mascota y, frente a toda la familia, no dudaría en robarse los ojos de aquel cuerpo inerte, enfocado con los ojos de muñeca.

Fingiría no escuchar las conversaciones secretas. Ocultaría de todos los exorcistas su capacidad de descifrar perfectamente los códigos de conversación, sin haberlos estudiado siquiera. Controlaría la reacción de su cuerpo luego de escuchar los más temibles pecados y fingiría ser indiferente sin importar el nivel de la plática.

Bloquearía cada uno de esos terribles recuerdos. Y, a pesar de la inmoralidad y la desgracia, elegiría seguir obedeciendo con entrega y repetir las leyes aprendidas. Caminaría con fuerza para ser tan superior como cualquiera, y para no temer los golpes sobre su cuerpo. Reaccionaría como una de esas alcancías de cochinito y no dejaría salir los tesoros. Pero más importante todavía, sin importar nada, no se rompería.

Matrimonio arreglado


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Presente-indicativo



—¿No es la tuya la familia en la que se deciden los compromisos de matrimonio incluso antes de concebir a los hijos? Todos los demonios sabemos los sacrificios que hacen los Esteban para mantenerse idénticos a través de generaciones ¿Acaso no existe un contrato moral de no sembrar semillas dentro de la propia familia? Con tal de asesinar, violan el tabú propio de la especie humana ¿Es eso libertad? ¿Es eso lo que estás dispuesta a aceptar?

—Ya es tarde—una chispa de ira se enciende en la fricción de sus músculos—, y una fila de fantasmas están esperando su encuentro con el infierno.

—El infierno está aquí, pequeña exorcista—la ve alejarse—y solo vos decidís convertirlo o no en el cielo.

Esclavo


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Presente-indicativo



 —La condena de un fantasma es la eterna soledad—tranquila, a pesar de las provocaciones— ¿Creés que no sé cómo responder a ese tipo de aseveraciones? ¿Qué tengo que escuchar de quién no sabe nada?

—Nada, ¿decís? Si vos misma sos la representación más exacta de un prisionero. Atrapada como una rata en un abismo de repeticiones. Siempre sos recogida a la misma hora, por el mismo hombre, en el mismo carro, como una mosca atrapada en una tela de araña. Pero bueno, ¿qué digo?, esa comparación es innecesaria, porque incluso en la espalda, marcado con cicatrices, tenés el símbolo metafórico más claro del tipo de esclava que sos y quién es tu verdadero dueño.

—El tatuaje de enredadera representa la fuerza de nuestra unión y lo profundo de nuestro compromiso. Si de alguien somos esclavos, es de nosotros mismos.

Prisionero


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Presente-subjuntivo



—¿Y si el exorcista también fuera un prisionero de ese contrato? Condenado a estar siempre al servicio de esa despiadada vida, aún si quisiera elegir un destino diferente.

—¿Y quién quisiera un destino distinto? Como si un un ser sobrenatural comprendiera la fuerza de nuestros pactos...—disgustada y compasiva.

—¿Quién quisiera un destino distinto? Si fuera a tu cama esta noche, sin duda alguna, en medio de sollozos, esas palabras incesantes mis oídos de fantasma las escucharan—sentencioso, provocativo.

La justicia sobrenatural


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Pretérito-indicativo


—Las decisiones que hiciste y el camino que tomaste no son responsabilidad de la vida.

—Yo luché con mis dos manos, por la justicia y el bienestar de los otros. Entregué todo de mí para llenar de honor y brillo el mundo y, aún así, el contrato solo me inundó de sufrimiento y al final se burló de mí. La única justicia en ese momento fue no permitir semejante agravio.

—Y por eso luchaste y elegiste un camino distinto. ¿Y qué obtuviste? Una vida distinta, ¿no? Al final, incluso con toda tu fuerza, el contrato te opacó. Firmaste un acuerdo y por eso, jamás conseguiste volver a ser un ser de este mundo, te convertiste en un prisionero de tu propio intento de escape.

La justicia de la vida


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Presente-indicativo



—Ustedes, los exorcistas, de verdad son una mezcla de lo despiadado y lo persistente. Sin importarles su propia vida, persiguen a aquellos que simplemente luchan por mantener la suya.

—El contrato de la vida es claro y justo, puedes tener la tuya, si la devuelves en su momento. Nuestro trabajo es simplemente utilizar los medios disponibles para cumplir ese acuerdo.
 
—Justo, ¿me decís? Una chiquilla como vos no puede darse el lujo de decir eso. La promesa de la felicidad y de alcanzar los sueños está incompleta para muchos de nosotros, el contrato no estipula que la vida se alimenta de sufrimiento.

Piedad o prudencia


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Presente-indicativo



—Así que estás aquí de nuevo, sin un ejército de exorcistas a tu mando.

—No se necesita un ejército para un miserable fantasma voyerista que se pasa las tardes en el parque. Podés llamarlo piedad o prudencia, pero prefiero mantenerme tranquila de momento. Simplemente observo las circunstancias y decido cómo actuar luego.

—Ya veo. Entonces, creo que podemos conversar un poco todos los días, de ahora en adelante.

Medidas


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Presente-subjuntivo



Si le dijera ahora mismo a Ralph lo acontecido en el parque, si le propusiera acordonar la zona y adormecer a los visitantes con una poción de humo. Si llegáramos de día y atrapáramos al fantasma antes de que escondiera su presencia. Si la captura se diera de forma rápida y poco llamativa.
 
Si lograra ocultar la verdad y no comunicarle a mamá la forma de encontrar al fantasma. Si mantuviera, como siempre, mi pose silenciosa y únicamente realizara esta diligencia como todas las demás. Si pudiera pedirles a todos su ayuda y fusionar mi fuerza con la de ellos para luchar.

No, mentira. Como si no pudiera lidiar con este problema por mi propia cuenta. Como si no fuera capaz de destrozar yo misma a cualquier fantasma. Como si sintiera necesario realizar un ataque en este momento y romper con la paz de los alrededores. Como si alguna vez hubiera necesitado a alguien para completar mi trabajo. Como si no pudiera continuar así por mucho tiempo, para ser muy feliz.

Amenaza


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Copretérito-indicativo



—Ah, no se podía esperar menos del genio de la familia Esteban. Pero sin tu traje, sin tu exorcista compañero y a plena luz del día, en un parque rodeado de niños, ya me esperaba poder convencerte fácilmente de no atacarme.

—Si conocías tan bien las circunstancias, probablemente ya te esperabas la amenaza de una captura, un exorcismo y un regreso obligatorio a tu origen ¿O acaso olvidabas tu contrato?

—Un contrato que traicionaba las expectativas ambiciosas de quienes se doblegaban ante la vida, pequeña exorcista. Tus palabras las esperaba, sin duda, pero no esperaba una mirada de fuego en la muñeca de altar más atesorada por los Esteban. La amenaza, la propuesta de captura y la ruptura del pacto ya los conocía mucho antes de tu nacimiento, pequeña niña.

Viento


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Presente-indicativo



—El viento de hoy, está particularmente impregnado con ese aroma.

—La esencia de menta, ¿verdad? Ah, la esencia de menta está impregnada de recuerdos para mí. Sin embargo, cuando el viento sopla así de suave, uno no puede evitar sentirse feliz, ¿verdad, señorita? Solo el viento puede volarse todas las preocupaciones de un golpe y regalarnos felicidad.

—Pero lamentablemente para usted, el viento es una cosa que solo pertenece a los seres naturales—adopta una mirada seria y se voltea para realizar su amenaza—. No existe nadie, bajo el cielo o sobre él, capaz de engañar a una exorcista de mi nivel. Si lo que querés es ocultar que sos un fantasma, tendrás que esforzarte más, mucho más, demonio.

Cadáver de parque


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Pretérito-indicativo



Cayó el sol y el parque devoró de golpe una manzana envenenada. Y así, se dejó secuestrar por un profundo sueño que inclinó sus hojas y acalló las risas. Su piel se volvió de un color grisáceo, aunque bajo la luz de las lámparas artificiales aún se asomó un tono paliducho, casi podrido. 

Rebeca puso los dos pies en el parque y se quedó desconcertada por un momento. Notó la repentina desaparición de todos sus valorados recuerdos. Tembló y una sensación la hizo perder el equilibrio por un instante: la nostalgia. Justo en ese momento el parque se le pareció demasiado a su propio interior, frío y marchito. Pero recordó su misión más importante: protegerlo.

—No noté ninguna presencia—la voz de Raplh le confirmó sus sospechas de minutos atrás. A pesar de su mirada vigilante y su habilidad como exorcista no logró sentir una presencia demoniaca en los alrededores de su santuario.

Por ti, cualquier cosa


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Postpretérito-Indicativo

Por ti, esperaría meses en la entrada, bajo la escalera, sin mencionarle a nadie tus minutos de retraso. Porque mientras tanto soñaría con verte descender en tu traje color púrpura desilusionado, lista para ser la mejor del mundo. Viviría bajo tu sombra en silencio y te observaría convertirte en la nueva Oradora del Maestro. 

—¿Podríamos ir a un sitio?—con los ojos libres de expresión pero plagados de brillo.

A un sitio, a la luna, al mundo de los espectros, a la cuna del demonio, iría contigo. Entregaría toda la sangre de mi cuerpo solo por un pedazo de tu sonrisa y pelearía hasta la muerte para ganarme tu respeto. Respondería sí siempre a todas tus peticiones y defendería tus motivos sin comprenderlos. Te querría incondicionalmente de por vida.

Mirada vacía


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Presente-indicativo



—El listón del pelo está un poco flojo—lo desata de inmediato y se dispone a hacerlo de nuevo—. Ralph te está esperando, estar siempre juntos no significa ser una carga el uno para el otro.

—¿La vida es igual si estamos o no, madre?—un silencio.

—¿Qué clase de pregunta es esa? Por supuesto que nada permanece igual. Cada vez que uno de nosotros muere, el círculo se hace más estrecho, cuando el círculo se hace más estrecho nuestra fuerza aminora y lo sabes—la voltea para mirar de frente su rostro—. Por eso, debes ir allá y pelear con fuerza, para ser siempre los mejores exorcistas de este mundo—y la ve asentir con la mirada casi vacía, que tanto ama la Oradora del Maestro.

Presencia extraña


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Presente-subjuntivo

La preparación para el combate. Que se erizen de un solo golpe cada uno de los vellos del cuerpo y que un escalofrío helado sacuda los nervios de la espalda. Que de inmediato todos los músculos se tensen y empiecen a vibrar para calentarse y rendir al máximo. Que el corazón empiece a bombear suficiente sangre para mover el organismo a una velocidad no humana.

La alerta máxima. Que el oído de inmediato se agudice y expanda su capacidad de escucha a un rango más amplio. Que la vista se concentre en un único punto focal, de manera que el resto parezca nebuloso. Que el tacto se altere para maximizar la percepción externa y disminuir el dolor interno. Que el olfato y el gusto se preparen para sellarse en medio de la lluvia de sangre.

El bloqueo. Que la mente pase a modo combate y de repente olvide cualquier rastro de compasión o bondad humana. Que únicamente los recuerdos del combate permanezcan en el primer plano y que todo lo demás sea encerrado en un abismo. Que cambie el tono de voz y los intentos de sonrisa. Que todo desaparezca. Que por un momento ya no tenga nombre y sea solo una exorcista.

Señorita


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Presente-indicativo



—Así que hoy la tenemos con nosotros como siempre, señorita—el maullido del gato separa la frase—. Pero veo en su rostro un rasgo de preocupación, ¿no es así? Si es algo en lo que puedo ayudar, no dude en decírmelo. Seguro que es difícil mantener el mismo nivel de energía todos los días.

—No, todo está bien—reflexiona un momento acerca de la última frase la anciana y algo en su interior se enciende.

—¡Qué bueno! La gente joven como usted, debe estar siempre animada.

De regreso


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Pretérito-subjuntivo


Si dijera ahora la verdad y hundiera para siempre las constantes visitas al parque. Si antepusiera mis deberes como exorcista a la vanalidad de tener al menos un par de horas para mí misma. Si le comunicara a Ralph lo del nuevo horario y tolerara su sonrisa amable y sus palabras amenas. Si pudiera ver su cara de alegría por poder pasar más tiempo juntos en nuestros deberes familiares.

Si mamá descubriera en este instante la verdad y me barriera a golpes por ocultarle algo tan importante. Si lo considerara algo grave y me enviara al tribunal de la familia. Si me condenaran a estar siempre atada y vigilada, sin poder ir a la escuela. Si me impidieran moverme de un sitio con tal de evitar mi muerte.

Si renunciara al parque ahora mismo por temor a ser atrapada. Si confesara la verdad como un hecho sencillo y omitiera este comportamiento erróneo. Si dejara de proteger ese lugar y volviera a mi rutina habitual. Si tan solo, si tan solo renunciara como siempre y regresara a la normalidad, al silencio y a la sombra, a una vida con un futuro decidido.

Llueve


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Futuro-indicativo


—No vendrá nadie…—en un susurro para sí misma.

—¿Y qué hará, señorita? ¿Esperará a que pase la lluvia o irá a refugiarse a la escuela? Supongo que tendrá una hora para regresar a casa, pero aquí, bajo el goteo, seguro relajará cualquiera de sus preocupaciones.

—Esperaré un poco bajo la lluvia y luego—mirada clavada en el cielo—, tomaré el auto para irme a casa.

Tablero


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Antepresente-indicativo



—Han estado allí largo rato, sin dejar de jugar. Debo confesar que incluso me ha parecido interesante en cierto momento—risa amigable— ¿Y usted, señorita? ¿Ha jugado alguna vez?

—Una vez—desconfiada, recelosa—,he jugado una vez al ajedrez, pero, por algún motivo, siempre me ha parecido un juego ridículo.

—¿De verdad?—incrédula—siempre he pensado que un juego tan serio y digno ha debido de agradarle—risa amigable—. Pero ya veo que la actitud seria de la señorita me ha engañado por completo nuevamente.

La anciana, el gato y yo


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Presente-indicativo



—Es un lindo parque ¿cierto, señorita? A mi gatito le gusta venir aquí a jugar todas las tardes—el felino maulla al sentir su piel rozada por la rugosa mano.

—Sí—seria, desconfiada—, es un lindo lugar para estar.

—Tome, es para usted—le extiende la bolsa nuevamente—. Siempre viene por aquí y quiero verla divertirse antes de su hora de marcharse—Rebeca mira la sonrisa sincera, duda, pero, luego de unos momentos, toma la bolsa de maíz y corre a acompañar a los niños en su diversión con las palomas.

Una bolsa de maíz


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Copretérito-Indicativo



Esa tarde, la exorcista de primer nivel Rebeca Esteban observaba a los niños dar de comer a las palomas glotonas. Cada uno de ellos tenía una bolsa de maíz en sus manos y con ella atraían a las aves y las conquistaban para seguirlos. En ese momento, una voz amable llamaba a la dulce muchacha para ofrecerle una bolsa de maíz y permitirle unirse a la diversión de los infantes.

Esa tarde, la anciana sostenía a su gato negro en el regazo, mientras disfrutaba de la tarde soleada en una banca. No podía moverse mucho, pero podía ver a los pequeños corretear por todas partes. Lo único que podía hacer era ofrecer con voz amable una bolsa de maíz a la dulce jovencita para permitirle jugar con los pequeños.

Esa tarde, se encontraban en el parque una mirada amable y una mirada desconfiada, se encontraban también muchas bolsas de maíz en el parque. Pero solo una de ellas se posaba en la mano de la anciana, a la espera de ser tomada.

¿Y vos?


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Presente-indicativo

¿Y vos? ¿No estás ya cansado de estar leyendo lo mismo, de seguir recibiendo lo mismo? Una y otra vez las mismas imágenes en la cabeza, los mismos personajes, las mismas voces. Y algo aquí no está avanzando, ¿verdad? Desde hace mucho tiempo que estamos dando vueltas en círculos. Desde hace mucho tiempo aldeas enteras no arden en llamas inevitablemente.

¿Cuántas veces esa estúpida mocosa sentada en el carro del primo Ralph, sin hacer nada, sin contestar nada? ¿Cuántas veces la molesta risa de ese tipo en nuestras cabezas, sin entender siquiera por qué demonios lo odian tanto, por qué diablos vive envuelto en el desprecio?


¿Y vos? ¿No repetís la frase de Rebeca miles de veces en tu cabeza? “Esto, esto es el hastío”. Y cuando usás esa frase no sabés en realidad qué significa la palabra y no entendés que al decirla decís que leer es como una parte infaltable de tu vida. Esto, esto es el hastío, verdaderamente. Pero todo en este mundo puede ser el hastío, ¿verdad? Probablemente.

El hastío


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Presente-indicativo



Rebeca sube al carro del primo Ralph y contesta algunas preguntas acerca de su día en el colegio. De inmediato, recibe una oferta de ayuda en sus estudios, pero la rechaza y asevera estar bien por sí misma. Ella escucha los detalles repetitivos de la última carta de su abuela, dónde la felicita por hacer lo que siempre hace, de la forma en la que siempre lo hace y con quien siempre lo hace.

Rebeca llega a casa y come al lado de Ralph la comida preparada por su madre. Luego, sube a la habitación y abre su cuaderno. Estudia las mismas cosas de siempre, a la misma hora de siempre, con el mismo tiempo disponible de siempre. Y comienza a pensar en su rutina de esa tarde, de esa semana, de ese año. Y repite en su cabeza la misma imagen monótona hasta sentir una terrible ebullición en sus venas, una ebullición color azul. Y entonces, casi sin darse cuenta, deja escapar un pensamiento prohibido de su cabeza: “Esto, esto es el hastío”.

Rebeca es despertada por su hermana Oralia, pues ya se le hace tarde para ir de cacería con su primo Ralph. La muchacha de repente se sonroja por haberse quedado dormida con ese pensamiento en la cabeza. Recoje apresurada su traje y se prepara para reponer los cinco minutos perdidos en la rutina del día.

La rutina


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Futuro-indicativo

Ella se subirá al carro del primo de su madre y escuchará las mismas tonterías adornadas con risas acerca de su ya conocido horario. Enseñará a su hermana cosas ya conocidas por otros, inventadas por otros. Cocinará la cena según la receta de su tía y la servirá en el orden exacto para mantenerla tibia.

Ella perseguirá fantasmas y demonios y espectros y los enviará a un mundo completamente desconocido, sin hacer ninguna pregunta. Con un cuchillo matará, acribillará o eliminará a otros seres humanos poseídos y luego rezará para permitirles sellar satisfactoriamente su recién concluido contrato.

Ella irá al colegio y estudiará lo indicado por sus profesores. Y obedecerá y sacará buenas calificaciones y se perderá en la memoria de los compañeros o compañeras con quienes conversará ocasionalmente y a quienes rechazará para ir a su casa, por diferentes razones preparadas. Y se perderá en el silencio y en la sombra, sin intentar cambiar nada.

La emoción


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Futuro-indicativo


Ella caminará decidida hacia el parque y tomará asiento a la sombra de un árbol diferente cada día. Escuchará la misma canción una y otra vez y observará el alrededor moverse, ordenará al mundo girar en torno a ella por una vez y obedecer todos sus deseos “Bailarás así, por siempre”.

Ella disfrutará la danza de sombras desconocidas y el silencio inundado de ruido. Descubrirá un mundo diferente en cada visita y creará preguntas con cada vistazo al rostro de los transeuntes, un mundo inaccesible para ella por ser una simple extraña, un mundo imposible y, por tanto, un mundo deseado.

Ella acelerará su corazón con cada ligero matiz de brillo, con cada flor abierta, con cada niño nuevo. Dejará de temer al ambiente y se incorporará completamente al paisaje. Se percibirá a sí misma como un ser cambiante en medio de todo. Sonreirá desde el fondo del corazón y quedará cautivada por la simple emoción de seguir con vida.

(La fotografía de esta semana la tomé de este blog: http://emiliolanza.blogspot.com/, en donde pueden mirar muchas más)

La mentira


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Presente-subjuntivoQue permanezca en ese parque sin darse cuenta del estúpido horario y sin sentirse atada a unas estúpidas manecillas traidoras, dueñas de su voluntad.

Que mire el reloj y descubra las agujas apuntando a la hora de la salida del colegio. Que corra hacia la entrada principal y finja estar saliendo como de costumbre. Que se suba al carro de su primo y, por primera vez en la vida, con toda la seriedad del mundo, le mienta y le oculte la verdad acerca de su pequeño paseo.

Que se marche a casa tranquilamente y que ignore por completo la misteriosa presencia espía desde la hamaca ruidosa.

El parque


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Presente-indicativo


El parque es un oasis en medio del desierto de concreto. En esta época del año, el frío huye por las copas de los árboles y brinda la esperanza a las flores para mostrar su brillo. Algunas ya fingen desmayarse para quedarse enredadas en el cabello del niño que les gusta e irse con ellos a casa, hasta ser descubiertas y arrancadas de los enredados mechones.

El parque está lleno de ruidos y de silencio. Porque de algún modo cualquier sonido allí se pierde con el ambiente y deja de percibirse claramente por el oído. Todo es música y conversaciones susurradas, todo se convierte en historias contadas por la fuente de agua y por la hamaca que necesita una pronta aceitada.

El parque es un lugar tan común y aún así, es completamente nuevo para Rebeca. Y ella se sienta en la banca más alejada, para no interrumpir en aquel ambiente lleno de colores, sin un destino forjado. Ella escucha, observa y absorve el ambiente. Por primera vez en tanto tiempo, el brillo del sol le calienta verdaderamente el pecho.

Pertenencia compartida


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Antepresente-indicativo



El tiempo de los Esteban jamás ha pertenecido solo a ellos. Desde el mismo día del contrato, ellos han unido sus fuerzas, sus almas y su tiempo. Por eso, el horario de uno siempre ha sido decidido cuidadosamente por todos, con el fin de jamás desperdiciar ningún minuto, ningún segundo. Porque todos han decidido ser prisioneros de la rutina, por su propia voluntad.

Por eso, una vez ha salido del colegio, Rebeca ha tomado su teléfono celular para avisar a Ralph del nuevo cambio en el horario. Y solo se ha detenido un momento a pensar en sus futuras obligaciones y ha visualizado sin querer más y más tiempo a solas con esa persona tan terriblemente desagradable, más y más quehaceres tortuosos, más repeticiones ridículas.

Rebeca ha escuchado unas risas de niños y casi sin darse cuenta se ha dejado guiar por sus pasos hasta el sitio. Por un momento, ha cerrado el teléfono y ha ignorado su responsabilidad para caminar hacia el parque de juegos cercano al edificio del colegio.

El segundo cambio inesperado


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Pretérito-indicativo



Con el ingreso de Ralph como un miembro de la familia, la dinámica de la casa se modificó un poco. Rebeca comenzó a ocuparse de tareas cada vez más hogareñas y los padres pudieron dedicarse más a suplir su papel como miembros adultos de los Esteban. Aún así, todo esto encajó perfectamente en el margen de lo planeado.

Pronto, Rebeca y Ralph adquirieron la coordinación necesaria para hacer coincidir perfectamente su trabajo y sus estudios. Además, Oralia avanzó maravillosamente al lado de su hermana y llegó a ser felicitada varias veces por su excelente labor como exorcista. Rebeca tuvo por fin tiempo para las tareas del colegio y para obtener excelentes calificaciones en los primeros parciales.

Y todo el esfuerzo de Rebeca dio frutos cuando recibió de la mano de la profesora una carta de exoneración para acudir más a la clase de idioma. Por primera vez en toda su vida, Rebeca adquirió dos horas semanales de verdadero tiempo libre.