Amor


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Pretérito-indicativo



Ese día, para no variar, Rebeca se levantó de la banca del parque, completamente disgustada con el último comentario de ese ignorante fantasma. Se alisó la falda del colegio y se marchó sin despedirse, para marcar más su intolerancia. Revisó tener el suficiente tiempo para entrar al baño, tomar un sorbo de agua y salir naturalmente con el tono de la campana.

El agua le supo particularmente metálica, por el efecto de la antigua cañería. Caminó con entera tranquilidad sobre el adoquinado de rombos amarillos y negros, hasta llegar a las verjas cafés rodeadas de árboles. Fue entonces cuando la vio, idéntica a la imagen de su recuerdo. El corazón le dio un salto e intentó huir de su pecho, pero ella mantuvo la expresión intacta.

Desde la ventana de esa monótona camioneta, Oralia la saludó emocionada con la mano. Ella contradijo sus propios instintos y no aceleró la velocidad de pasos. Caminó por un sendero eterno hasta tocar la manija de la puerta y su alma se desfragmentó en un centenar de emociones y recuerdos. Por un momento, todo fue cálido. Se subió al carro y, justo cuando percibió la calidez del abrazo, la palabra “amor” se adueñó de todos sus pensamientos.