Archive for diciembre 2010

Nunca más a solas


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Pretérito-Indicativo


Fue un día antes de entrar a clases, justo después de las vacaciones de Une. Nos vimos en el mirador de la colina blanca a la doceava hora clara. Ella usó una boina gris y una sueta negra, un maquillaje tenue y un broche de mariposa en la pretina de la enagua. Yo llegué unos minutos tarde y descubrí la impaciencia en su rostro.

Los dos pusimos la mano en la baranda, cerca, nuestros dedos se rozaron y ninguno se movió de su sitio. Estuvimos un rato hablando con monosílabos. Nos miramos varias veces a los ojos y descubrí una tela acuosa en los suyos. Le acaricié la mejilla y, por primera vez, me rechazó.

Y entonces me lo pidió, sin sollozos. Entonces, cambió toda nuestra relación y nuestra historia. “Nunca más a solas”, dijo y vi la confirmación en su rostro. Cuatro palabras bastaron para hacerme entender todo. Presioné su mano con fuerza y asentí. Luego, la solté y di un paso hacia atrás. La observé desde mi verdadero lugar y me sentí diferente, me tomó unos segundos acostumbrarme a mirarla desde mi nueva posición, pero lo hice. Y, entonces, me descubrí en el mirador de la colina blanca, con una amiga del instituto.

(Éste es el final de una historia que comenzó en la entrada "Primer encuentro")

Últimos momentos


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Pretérito-Indicativo


Ella se levantó de la cama y se acercó a mirar por la ventana entreabierta. Notó a la ciudad vestida con un manto de noche y se preocupó por la inevitable llamada de su madre, para encontrarla. Pero luego, miró la cama y lo descubrió a él semi-desnudo, con el cabello desacomodado y la boca entreabierta. Lo amó un poco más.

Se recostó en el colchón para besarlo sobre los labios y hacerlo despertar. Él abrió los ojos, primero sorprendido y luego feliz de verla. Ella le señaló el reloj y él se levantó de inmediato para buscar sus prendas esparcidas por la habitación. Ella lo amó, aún más.

Caminaron bajo las luces de los fluorescentes, tomados de la mano. Y descubrieron constelaciones inexistentes en las estrellas y recordaron canciones viejas e imaginaron los últimos momentos de aquel misterioso artista secuestrado. Llegaron a la casa de ella y se miraron. Él se despidió con un beso sobre los labios y se alejó en silencio. Ella lo miró desaparecer entre las sombras, recordó todos sus momentos juntos, contuvo una lágrima y, antes de ingresar a la casa, decidió no traicionarlo nunca.

Rumores: Márie y Kaori


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Futuro-Indicativo


Ella lo conocerá en una galería de arte e intentará conversarle para dar algo de tiempo a sus amigos. Y pensará que su voz es realmente agradable y una hora se pasará en un segundo. Escuchará su nombre por primera vez porque los amigos llegarán y los presentarán, según el plan diseñado. Y siempre sonreirá al decir esa palabra, porque una cara acudirá a su mente de inmediato.

Él se volverá loco solo con recordarla e irá a buscarla a la entrada de la casa para pedirle un único beso, antes de ser rechazado. Y escuchará de la boca de ella una confirmación de sus sentimientos y pintará en el patio del instituto un graffiti de tres metros, para inmortalizar su amor mutuo. Y pasará semanas castigado por haber tomado sin permiso la pintura de su padre.

Ellos reirán juntos, llorarán juntos, crecerán juntos y aprenderán uno del otro, según los deseos de un amigo. Temerán juntos llegar demasiado lejos, o no llegar lo suficientemente lejos, como muchachos de 15 años. Y lograrán ignorar los murmullos de sus compañeros a sus espaldas y los rumores, se taparán los oídos ante la palabra engaño.

Tres emociones


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Presente-Indicativo



Esa sensación de irse a la casa y saber que algo es diferente. Esa sensación de recorrer el camino con nuevos ojos y sentir más pesados los pasos. Ese latido del corazón que no se apaga y esas imágenes que no se van de la cabeza. Un tormento inundado de recuerdos incorregibles y minutos irrecuperables. Ese es el horror.

Esa sensación de querer rozar la propia piel con la de otra persona. La imposibilidad de apartar los ojos un solo instante por temor a que el otro desaparezca. Ese deseo incontenible de llegar cada vez más lejos, de ocupar todos los espacios. Esa quemadura en el alma que se derrama por las venas. Ese es el amor.

Esa sensación de olvidar a alguien en el preciso momento en que resulta más importante. Esa capacidad de intercambiar los recuerdos pasados por las sensaciones presentes. Esa pesada carga que impide dormir por las noches, que empuja a las más ridículas excusas y a los más elaborados planes. Ese sentimiento que hace amargo cualquier otro. Esa es la traición.

Posición horizontal


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Futuro-Indicativo

Soportaré sólo un par de segundos más envuelto en el perfume de su pelo y fingiré no darme cuenta del pleno calor del verano al escuchar su excusa de este frío nocturno para acercarse. No alteraré los latidos de mi corazón al rozar su brazo, ni anhelaré quitarme los guantes para sentir la textura de su piel expuesta.

No pensaré en nada extraño al sentir la suavidad de sus senos presionar mi pecho. Ni desearé acercar sus labios a mi cuello, aunque bastará un mínimo movimiento para provocar el accidente. Aún así, me mantendré quieto, sin atreverme a coquetear ni un poco.

Para mí, siempre será la novia de Kaori, de mi amigo. Por eso, estará bien. Abrazarla, acariciarla, estrecharla, estará bien. Sólo evitaré, con toda mi voluntad, besarla. Sólo evitaré llegar a estar en posición horizontal con ella.

La gatita


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Presente-Indicativo


Sin darme cuenta de nada, te abrazo. Coloco mi cabeza lo más cerca posible de tu cuello y permanezco inmóvil. No me rechazas, pero buscas la forma de acomodarte mejor. Tienes una de tus manos en mi espalda y la otra en el brazo izquierdo con el que te estoy rodeando. No es nada más que un abrazo, pura e inocente demostración de afecto entre amigos.

Quiero sentir la textura de tu piel y, por eso, te acaricio con la cabeza y pongo en contacto mi mejilla con tu cuello. “¿Acaso eres una gatita?”, me preguntas y me estrechas. No hay nada de malo, mientras la piel de mis labios no toque por accidente la piel de tu cuello, no hay de nada malo en ello. No es más que un abrazo, pero… nunca antes llegamos tan lejos.

Mamá tarda en llegar y yo deseo que no cruce la puerta nunca, porque no estamos haciendo nada incorrecto ahora, sólo nos abrazamos. El cerrojo suena y te suelto de inmediato para atender. Camino y la recibo con la sonrisa casual de siempre, pero justo cuando ella te invita a la cena, una duda me consume la mente: quizá no te separas de golpe cuando suena la puerta, si no sientes que estás haciendo algo malo.

Los dos


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Copretérito-Indicativo


Te parecías en casi todo a ella y, por eso, me agradabas. Aunque probablemente era al revés, porque a ti te conocía desde antes. Desde el inicio, veías lo mismo que yo y juzgabas la vida igual que yo. Pero eras esencialmente diferente.

Querías ser duro por fuera, cuando en realidad, tenías un corazón de esponja que absorbía todas las cosas. Y no te molestabas en ser recatado o en suavizar tus comentarios porque no deseabas ser amado por las apariencias, sino por tu verdadera naturaleza. Tampoco sentías la necesidad de hablar para sentirte acompañado y valorabas mi presencia más que mis palabras.

Por eso, sentía la necesidad de protegerte, y a ella. Quería estar allí para ambos en todo momento y entenderlos mejor que nadie. Confiaba en ti, y en ella. Creía que me amaban tanto como yo a ambos. Y evitaba detenerte porque esperaba que actuaras por ti mismo. Los conocía a los dos y, por eso, no podía cortarles las alas ni echarlos de mi lado.

Sólo trabajo


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Presente-indicativo


Ahora que se acerca el festival de graduación, Márie y Mauricio salen casi todos los días por la ciudad para ver precios de materiales y tener ideas nuevas. Como ellos dos son los encargados de la organización, es normal que hagan esas actividades juntos, porque ese es su trabajo. Salen al menos una vez por semana, van a la librería, a la tienda de libros usados y a comer un helado cerca de la estación de autobuses.

Márie y Mauricio también van a veces a la ciudad vecina, sólo porque hay más variedad. Además visitan algunas galerías y museos. Tienen que ir juntos para no perderse y andar muy cerca uno del otro. Él le susurra cosas al oído o juega con su cabello en la parada. A veces, cuando vienen sentados en el autobús, se toman de la mano o recuestan la cabeza en el hombro del otro, pero eso no tiene nada de malo, porque es sólo trabajo.

Márie y Mauricio pasan muchas tardes en la casa de ella, cuando su madre anda fuera. Están todo ese tiempo solos, sin ser molestados por nadie. Cuando la mamá regresa, cenan los tres juntos y luego Mauricio se va a su casa de noche. Siempre le manda un mensaje para no preocuparla y a veces la llama por teléfono. No hay nada de extraño en eso, ¿saben?, es sólo trabajo.

Usotsuki


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Presente-indicativo

Lo más estúpido del mundo es que sabes que te estoy mintiendo. Aunque no te estoy diciendo ninguna mentira, sabes que te estoy mintiendo de algún modo y callas. Porque no sé lo que hago con mis decisiones, vivo como una rata atrapada en un pozo, a punto de comerme mi propia cabeza. “¿Estás bien, Mauricio?”, me preguntas justo antes de irnos al instituto.

Hundido en mi propia tumba, porque ya te estimo como a pocos en el mundo. Me siento culpable y aún así quiero caminar a tu lado y dormir en tu casa y quedarme hablando contigo de cualquier tontería hasta ver el primer destello de sol. Quiero tu aprobación y tu respeto, y aún así no puedo decirte lo que hago. “Sí, lo estoy”, te hago reír de mi propia estupidez y me acaricias la cabeza, como un hermano.

Lo más estúpido del mundo es que ni siquiera tengo el valor de lastimarte. Y aún así, sin haberte hecho nada, me siento responsable. “Mentiroso”, lo susurras en mi oído antes de abrir la puerta y la verdad no sé cómo interpretarlo.