Nunca más a solas


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Pretérito-Indicativo


Fue un día antes de entrar a clases, justo después de las vacaciones de Une. Nos vimos en el mirador de la colina blanca a la doceava hora clara. Ella usó una boina gris y una sueta negra, un maquillaje tenue y un broche de mariposa en la pretina de la enagua. Yo llegué unos minutos tarde y descubrí la impaciencia en su rostro.

Los dos pusimos la mano en la baranda, cerca, nuestros dedos se rozaron y ninguno se movió de su sitio. Estuvimos un rato hablando con monosílabos. Nos miramos varias veces a los ojos y descubrí una tela acuosa en los suyos. Le acaricié la mejilla y, por primera vez, me rechazó.

Y entonces me lo pidió, sin sollozos. Entonces, cambió toda nuestra relación y nuestra historia. “Nunca más a solas”, dijo y vi la confirmación en su rostro. Cuatro palabras bastaron para hacerme entender todo. Presioné su mano con fuerza y asentí. Luego, la solté y di un paso hacia atrás. La observé desde mi verdadero lugar y me sentí diferente, me tomó unos segundos acostumbrarme a mirarla desde mi nueva posición, pero lo hice. Y, entonces, me descubrí en el mirador de la colina blanca, con una amiga del instituto.

(Éste es el final de una historia que comenzó en la entrada "Primer encuentro")