Archive for agosto 2011

Seis letras


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Postpretérito-indicativo



—Y entonces—una risa ligera, burlesca—, ¿porqué habrían de darte un nombre solo para ti? ¿Por qué te arrullarían con los dulces sonidos del nombre Rebeca? Seis letras fabricadas de aire: R-e-b-e-c-a—con lentitud rítmica.

El silencio de las cosas rotas.

—Y aún así, yo lo sabría—un maullido meloso colándose en el aire—. En medio de la noche más oscura, atrapado entre hebras de cabello idéntico, sin duda lo sabría. Reconocería la fuerza de tu conjuro, la ira de tus manos, tus pasos cortando el viento y sobre todo, el fuego azul de tus ojos. Te reconocería como un nombre de seis letras, incapaz de difuminarse en medio de los Esteban; brillarías como alguien completamente distinto al resto.

Idénticas


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Presente-indicativo



—¿Ahora seguirme al colegio es otro de tus pasatiempos? Su nombre o su relación conmigo no es de tu incumbencia.

—No es necesario ponerse tan a la defensiva. Lo pregunto porque ustedes dos son un producto muy bien fabricado. A pesar de la diferencia de edad, realmente iguales en todos los aspectos, hasta la última hebra del cabello.

—Por supuesto, porque en eso se basa nuestra fuerza. En medio de la oscuridad de la noche, no podés saber quién te ataca ¿Soy yo, mi madre, mi hermana? No existe medio de poder diferenciarnos de ningún modo. Por eso, nuestra familia siempre está unida, no somos individuos, sino un grupo. Somos el clan de los Esteban.

Amor


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Pretérito-indicativo



Ese día, para no variar, Rebeca se levantó de la banca del parque, completamente disgustada con el último comentario de ese ignorante fantasma. Se alisó la falda del colegio y se marchó sin despedirse, para marcar más su intolerancia. Revisó tener el suficiente tiempo para entrar al baño, tomar un sorbo de agua y salir naturalmente con el tono de la campana.

El agua le supo particularmente metálica, por el efecto de la antigua cañería. Caminó con entera tranquilidad sobre el adoquinado de rombos amarillos y negros, hasta llegar a las verjas cafés rodeadas de árboles. Fue entonces cuando la vio, idéntica a la imagen de su recuerdo. El corazón le dio un salto e intentó huir de su pecho, pero ella mantuvo la expresión intacta.

Desde la ventana de esa monótona camioneta, Oralia la saludó emocionada con la mano. Ella contradijo sus propios instintos y no aceleró la velocidad de pasos. Caminó por un sendero eterno hasta tocar la manija de la puerta y su alma se desfragmentó en un centenar de emociones y recuerdos. Por un momento, todo fue cálido. Se subió al carro y, justo cuando percibió la calidez del abrazo, la palabra “amor” se adueñó de todos sus pensamientos.

Don’t say “Lazy”


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Futuro-indicativo



Please don’t’ say “You are lazy”

Casi no habrá tiempo para escuchar música, sin embargo, la silenciosa muchachita del parque siempre encontrará el momento para sacar los audífonos y poner una canción. Y esa canción siempre será la misma sin importar la hora, el día, el lugar y la fecha. El botón de retorno se gastará más pronto que los otros.

datte honto ha crazy 

Y esa música enloquecerá lentamente el sentido de los conversaciones del parque y las hará locas y rebeldes y perezosas. Esa música se convertirá en un tormentoso recuerdo para sacar a relucir en las horas solitarias de la muchacha, la anciana y el gato del parque.

Kushakutachi ha sou Koko zo to iu toki bi wo bakaserun desu

Los cisnes se convertirán en tiza y los acordes se casarán con las memorias para atormentar día y noche corazones confusos. Palabras más, palabras menos, todas danzarán en la cabeza. Y el botón de retorno se deshará hasta volverse casi transparente.

Infancia


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Postpretérito-indicativo


Escucharía siempre los mismos regaños y amenazas. Sentada en un rincón, aprendería a disfrutar el aroma de la sangre y miraría atentamente las disecciones de los cuerpos poseídos. Temería siempre la mano de un exorcista superior sobre su cabeza, sobre sus brazos, sobre su rostro. Lloraría a escondidas la pérdida de su mascota y, frente a toda la familia, no dudaría en robarse los ojos de aquel cuerpo inerte, enfocado con los ojos de muñeca.

Fingiría no escuchar las conversaciones secretas. Ocultaría de todos los exorcistas su capacidad de descifrar perfectamente los códigos de conversación, sin haberlos estudiado siquiera. Controlaría la reacción de su cuerpo luego de escuchar los más temibles pecados y fingiría ser indiferente sin importar el nivel de la plática.

Bloquearía cada uno de esos terribles recuerdos. Y, a pesar de la inmoralidad y la desgracia, elegiría seguir obedeciendo con entrega y repetir las leyes aprendidas. Caminaría con fuerza para ser tan superior como cualquiera, y para no temer los golpes sobre su cuerpo. Reaccionaría como una de esas alcancías de cochinito y no dejaría salir los tesoros. Pero más importante todavía, sin importar nada, no se rompería.

Matrimonio arreglado


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Presente-indicativo



—¿No es la tuya la familia en la que se deciden los compromisos de matrimonio incluso antes de concebir a los hijos? Todos los demonios sabemos los sacrificios que hacen los Esteban para mantenerse idénticos a través de generaciones ¿Acaso no existe un contrato moral de no sembrar semillas dentro de la propia familia? Con tal de asesinar, violan el tabú propio de la especie humana ¿Es eso libertad? ¿Es eso lo que estás dispuesta a aceptar?

—Ya es tarde—una chispa de ira se enciende en la fricción de sus músculos—, y una fila de fantasmas están esperando su encuentro con el infierno.

—El infierno está aquí, pequeña exorcista—la ve alejarse—y solo vos decidís convertirlo o no en el cielo.

Esclavo


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Presente-indicativo



 —La condena de un fantasma es la eterna soledad—tranquila, a pesar de las provocaciones— ¿Creés que no sé cómo responder a ese tipo de aseveraciones? ¿Qué tengo que escuchar de quién no sabe nada?

—Nada, ¿decís? Si vos misma sos la representación más exacta de un prisionero. Atrapada como una rata en un abismo de repeticiones. Siempre sos recogida a la misma hora, por el mismo hombre, en el mismo carro, como una mosca atrapada en una tela de araña. Pero bueno, ¿qué digo?, esa comparación es innecesaria, porque incluso en la espalda, marcado con cicatrices, tenés el símbolo metafórico más claro del tipo de esclava que sos y quién es tu verdadero dueño.

—El tatuaje de enredadera representa la fuerza de nuestra unión y lo profundo de nuestro compromiso. Si de alguien somos esclavos, es de nosotros mismos.

Prisionero


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Presente-subjuntivo



—¿Y si el exorcista también fuera un prisionero de ese contrato? Condenado a estar siempre al servicio de esa despiadada vida, aún si quisiera elegir un destino diferente.

—¿Y quién quisiera un destino distinto? Como si un un ser sobrenatural comprendiera la fuerza de nuestros pactos...—disgustada y compasiva.

—¿Quién quisiera un destino distinto? Si fuera a tu cama esta noche, sin duda alguna, en medio de sollozos, esas palabras incesantes mis oídos de fantasma las escucharan—sentencioso, provocativo.

La justicia sobrenatural


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Pretérito-indicativo


—Las decisiones que hiciste y el camino que tomaste no son responsabilidad de la vida.

—Yo luché con mis dos manos, por la justicia y el bienestar de los otros. Entregué todo de mí para llenar de honor y brillo el mundo y, aún así, el contrato solo me inundó de sufrimiento y al final se burló de mí. La única justicia en ese momento fue no permitir semejante agravio.

—Y por eso luchaste y elegiste un camino distinto. ¿Y qué obtuviste? Una vida distinta, ¿no? Al final, incluso con toda tu fuerza, el contrato te opacó. Firmaste un acuerdo y por eso, jamás conseguiste volver a ser un ser de este mundo, te convertiste en un prisionero de tu propio intento de escape.

La justicia de la vida


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Presente-indicativo



—Ustedes, los exorcistas, de verdad son una mezcla de lo despiadado y lo persistente. Sin importarles su propia vida, persiguen a aquellos que simplemente luchan por mantener la suya.

—El contrato de la vida es claro y justo, puedes tener la tuya, si la devuelves en su momento. Nuestro trabajo es simplemente utilizar los medios disponibles para cumplir ese acuerdo.
 
—Justo, ¿me decís? Una chiquilla como vos no puede darse el lujo de decir eso. La promesa de la felicidad y de alcanzar los sueños está incompleta para muchos de nosotros, el contrato no estipula que la vida se alimenta de sufrimiento.

Piedad o prudencia


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Presente-indicativo



—Así que estás aquí de nuevo, sin un ejército de exorcistas a tu mando.

—No se necesita un ejército para un miserable fantasma voyerista que se pasa las tardes en el parque. Podés llamarlo piedad o prudencia, pero prefiero mantenerme tranquila de momento. Simplemente observo las circunstancias y decido cómo actuar luego.

—Ya veo. Entonces, creo que podemos conversar un poco todos los días, de ahora en adelante.