El primer cambio inesperado


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Pretérito-indicativo

Con la entrada de Oralia al entrenamiento de exorcista, la dinámica de la casa se modificó un poco. Más tareas del hogar fueron asignadas a Rebeca y sus padres se vieron más atareados con el transporte de la menor a la casa principal y las múltiples reuniones. Aún así, todo esto encajó perfectamente en el margen de lo planeado.

Pronto, los padres fueron requeridos en ceremonias nocturnas con su hija y Rebeca comenzó a salir sola de noche para capturar espíritus. Además, se le asignó la labor de supervisar a su hermana en el aprendizaje de conjuros, con el fin de ponerla al corriente con los demás aprendices. Rebeca abandonó las sábanas de la cama unos cuántos días, pero aún así, siguió dentro de su rol establecido.

Las noticias del agotamiento de la familia llegaron a la Oradora del Maestro con la misma rapidez que el invitado llegó a la puerta de la casa. Rebeca abrió la puerta a un muchacho con sonrisa imborrable que le extendió una carta sellada con sangre de comadreja. Fue un cambio rápido e inesperado, pero, esa misma noche, el invitado dejó de ser un invitado y se convirtió en un miembro de la familia.