Náusea


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Copretérito-Indicativo


Era un reflejo casi tan fuerte como el primero. Sincero, sencillo, inevitable. Ante el más mínimo asomo de comida, Ismael sumergía la cabeza en el sanitario y dejaba escapar de su cuerpo todos los jugos gástricos. Era repulsivo, e incorrregible.

Era una mente que no se comprendía a sí misma. El cerebro enviaba la orden de comer, de sonreír y de obedecer, pero la información no se coordinaba de forma adecuada con el resto del organismo y el resultado final era la misma ofensa: una naúsea eterna hacia la búsqueda de la supervivencia.

Era un cuerpo que ya no deseaba la vida. Ya no era decisión de Ismael, de sus padres o de los médicos, el cuerpo perseguía la muerte y no consultaba a nadie sus métodos para conseguirla. Día con día y con ayuda del suero, el cuerpo enflaquecía y se mantenía con vida, en contra de sus deseos.