El muchacho que fingía no sentarse en los parques


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Copretérito- Indicativo

Había una vez un muchacho que no se sentaba en los parques, excepto cuando se sentaba en los parques. Un muchacho que a ratos movía los labios como para decir algo, pero al final no decía nada. Un muchacho con palabras no dichas pegadas en los brazos, como tatuajes mal disimulados en forma de pecas.

Había una vez un muchacho que no era sentimental, excepto cuando era sentimental. Entonces por sus dedos pequeños se deslizaban caricias suaves llenas de emociones, caricias tan dulces que lo desenmascaraban de su pose lejana y lo sacaban de la sincronía de su personaje. No era cliché, aunque deseaba ser cliché. 

Había una vez un muchacho al que no le importaba nada, excepto cuando le importaba algo. Y, cuando le importaba, recolectaba a escondidas fragmentos de memorias atrapados en objetos, en aromas o en palabras para revisarlos por su cuenta, sin decirle a nadie. Por eso, quienes lo veían sentado en el parque, murmuraban que si le caía una gota de alcohol, la transparencia de la piel dejaba ver por dentro las sombras de sus memorias coleccionadas.