Archive for julio 2012

Estudios Artístico-culturales


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Presente-Indicativo



—Lo siento, no soy bueno con eso de las promesas. En medio del trabajo y los estudios, me olvido de llamarte o visitarte. Siempre soy igual, con tus regalos, con tu afecto, con ese estúpido juego de mesa.

—Está bien, yo estoy bien—le toma las manos—. Voy a entrar al Instituto Dármicros también y a trabajar contigo, todo es mejor si estamos juntos, ¿no?

—Sí—le dedica una sonrisa—. Estudios Artístico-culturales es una excelente opción para ti, tu padre debe estar muy orgulloso.

Nuevos negocios


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Presente-Indicativo

—Sé que puedo alcanzar la matrícula del siguiente año y el examen de admisión no implica ninguna dificultad para mí. Tienes que enviarme a la universidad, no hay muchas alternativas.

—Supe que Michel está negociando de maravilla por allá, así que supongo que está bien. Si te levantas de la cama y empiezas a moverte, te garantizo inscribirte de inmediato.

—Entonces, está bien. Quiero ver a Mitchi y ponerme al corriente con los negocios. Me pregunto si el hijo de tu socio del Este sigue tan interesado en salir conmigo—y su padre sonríe, complacido.

Un día


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Pretérito-Indicativo

Lloró un día entero sin poder controlarse, sin comer las verduras de su enfermero y sin atender las llamadas de su hermana menor. Lloró por todos los silencios, por toda la indiferencia, por todos los besos falsos. Y lloró por ellos, por sus fantasmas, por su juego de Casa Parkasia.

—Esperé por ti todos los días y todas las noches. Con la esperanza en los ojos, soñé con ver tu rostro y, aún así, no llegaste. No pude esperarte por más tiempo. No pude…—y sus ojos se cerraron con una disculpa en la mente.

Despertó tranquilo, o más bien indiferente. Encontró el plato con su desayuno y lo puso en la mesa, comió. Se miró en el espejo e intentó amarse y logró hacerlo, con algún esfuerzo. Miró por la ventana, apagó el televisor y fingió ser tan ecuánime como todo el resto. Luego, llamó por teléfono a su padre.

Universidad


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Postpretérito-Indicativo

Ismael tendría ya 17 años en el momento en que encontraría el panfleto del Instituto Dármicros. Sin tener mucha claridad en los acontecimientos, lo recogería y comenzaría a resolver el examen de aptitud en línea. Descubriría su vida entera a través de esas preguntas. Comprendería su problema con la vida y con el mundo. Entendería algo sobre sí mismo.

Antes de darlo por finalizado, recordaría a Michel y sentiría la calidez de su frente. Se tendería sobre la almohada y soñaría con la verdad, con la justicia, con los cambios, con la esperanza y con el amor.

El resultado de ese examen lo haría reír: Economía. “Una broma”, pensaría y haría a un lado la computadora. Pero conservaría el panfleto y lo abrazaría contra su pecho, antes de comenzar la transformación de su vida.

Pequeño beso


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Copretérito-Indicativo

ismael pequeño beso


Era frecuente verlo así de enloquecido. Gritaba desde la habitación que no quería ver a nadie y amenazaba con saltar de la ventana si tan solo lo tocaban. Pero ese día, una demencia aún más poderosa lo invadía después de escuchar el nombre de Michel.

El mayor apenas percibía desde fuera de la puerta los ruidos ocasionados por la ardua pelea. Toda la cristalería que acababa en las manos de Ismael iba a estrellarse contra el piso o contra la cara de las enfermeras. El muchacho vomitaba su propio cuerpo y, después de haber librado su batalla, caía al piso inconsciente.

Michel entraba despacio, con su belleza insuperable, y veía al muchacho con el mismo amor de siempre. Se inclinaba ante el cuerpo dormido y le daba un dulce beso en la frente, le dejaba un panfleto y le acariciaba la mano. Bajaba la cabeza y escondía los ojos entristecidos, tomaba un avión y regresaba a su nueva casa.

Incomprensible


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Futuro-Indicativo

Nunca vendrás, ¿cierto? Te esperaré toda la vida atado en esta cama y no dudarás en abandonarme. Siempre serás un sueño loco de mi imaginación, un deseo ahogado de comprensión y esperanza. Nunca me amarás, nunca sonreiré verdaderamente.

Sentiremos este asco mutuo para siempre y nuestro cuerpo exigirá la desaparición de un mundo egoísta y sin sentido, pero no podremos dársela porque nunca seremos capaces de encontrarnos. Las noticias de la pantalla nos enloquecerán cada vez más y nos infundirán miedo a salir, a comer, a intentar seguir viviendo.

Nos odiarán por no poder controlarnos, por no poder fingir y ser como los otros. Nos asediarán por la comida desperdiciada y fingiremos habernos comido todo y poder tragarlo. Nos impondrán el miedo al rechazo y a la soledad y es así como conseguirán separarnos para siempre.

Náusea


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Copretérito-Indicativo


Era un reflejo casi tan fuerte como el primero. Sincero, sencillo, inevitable. Ante el más mínimo asomo de comida, Ismael sumergía la cabeza en el sanitario y dejaba escapar de su cuerpo todos los jugos gástricos. Era repulsivo, e incorrregible.

Era una mente que no se comprendía a sí misma. El cerebro enviaba la orden de comer, de sonreír y de obedecer, pero la información no se coordinaba de forma adecuada con el resto del organismo y el resultado final era la misma ofensa: una naúsea eterna hacia la búsqueda de la supervivencia.

Era un cuerpo que ya no deseaba la vida. Ya no era decisión de Ismael, de sus padres o de los médicos, el cuerpo perseguía la muerte y no consultaba a nadie sus métodos para conseguirla. Día con día y con ayuda del suero, el cuerpo enflaquecía y se mantenía con vida, en contra de sus deseos.

Venas


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Pretérito-Indicativo

No fue a propósito, ni fue algo planeado. En realidad, fue casi un impulso involuntario, como respirar.

Soñó con ellos esa noche, caras desconocidas pero llenas de afecto para él, caras que nunca pudo encontrar. Y luego, le sobrevino el impulso. Despertó y encontró la navaja al lado.

Fue un corte recto y limpio, incongruente con la actitud de un suicida. Fue un corte tan hermoso como una obra maestra. De camino al hospital, Ismael lo miró y se sintió aliviado por esa belleza, por fin una belleza superior a la suya en todo aspecto.

Infelicidad completa


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Pretérito-Indicativo

Y así, Ismael Vannané perdió el sentido del control sobre sí mismo. Durmió en todas las camas de la alta sociedad, bebió todos los tipos de té, se acostó con todos sus posibles conocidos. Jugó al pasivo, al activo, a la sirvienta, a la puta, a la esclava, al caballero, al dominador, al sirviente, hasta que ya no pudo almacenar los otros tipos y se rindió.

Su pasado, su presente y su futuro se convirtieron en una nube difusa de emociones. Se olvidó de llorar por las noches, dejó de llamar a esas personas incapaces de escucharlo y quemó su juego de Casa Parkasia, junto con todas sus esperanzas.

Un día levantó la mirada y descubrió arriba la cara de su tío. Un recuerdo de una enfermedad contagiosa vino a su mente, justo cuando el daño terminó. Su padre consiguió los medicamentos indicados e ignoró completamente el hecho. Como siempre, el trabajo siguió siendo la única prioridad para el muchacho.

Salvación


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Presente-Indicativo

—No la involucres en esto, es lo que te pido. Simplemente debes tratarla como a tu hija, con amor, con afecto, con la libertad de elegir su propio camino. Es lo que hace la mayoría de la gente, ¿cierto?

—Esas personas no tienen un negocio que mantener.

—Yo soy suficiente para ese negocio—lo obliga a mirarlo de frente— ¿No eres tú quien me promociona como el más hermoso de los Vannané? Con este cuerpo y esta mirada, puedo seducir a cualquiera. Hombres, mujeres, no importa, sabes que puedo derretirlos. Yo soy suficiente. No me importa si trabajo tiempos extras, no me importa la clase de gente con la que me acuesto. No involucres a Mitchi en esto, es lo único que pido.

Hermosa


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Antepretérito-Indicativo



Me había olvidado de cómo luces”. Frente a unos ojos incapaces de capturar memoria, su hermana Mitchi había alcanzado sus 12 años.

Casi al mismo tiempo que su hermano, la menor había alcanzado una gracia y simpatía atrayentes . “De nadie, nunca”. En medio de los negocios y las alianzas, la niña había adquirido un profundo afecto por su fantasmal hermano. Pequeña, sonriente, de ojos redondos grandes, piel blanca, cabello ondulado y bien cuidado, cuerpo esbelto y voz de sirena.

Por primera vez en su vida, Ismael había temido por otra persona y había sentido el escalofrío de advertencia por todo su cuerpo. “Casi me había olvidado de su otra pertenencia”. Y, entonces, había notado, desde el otro extremo de la habitación, la mirada del padre negociante concentrada en su siguiente mina de oro.