Archive for abril 2012

Leopardo


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Futuro-Indicativo

La acecharás con la rapidez de un leopardo. Ojos fijos clavados en la presa, listos para atacar en el momento indicado. Su pierna, su brazo, sus labios, sus senos. Un susurro en el oído y ella caerá rendida a cualquier petición.

Desde el otro extremo, un pequeño cachorro apenas podrá seguirte el paso. La presa se inclinará ante él para ser devorada, pero aún así, él no sabrá que hacer con ella, reirás. Lo citarás en la mañana a tu cueva. 

Lo esperarás aún sin ropa, tendido en la cama. Y le permitirás presenciar los vestigios de tu banquete nocturno. Te reirás al verlo sonrojarse y tomarás su parte del banquete también. Al final del día, dejarás al cachorro hambriento y te despedirás amablemente de tus dos presas, satisfechas.

Manos rápidas


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Presente-Indicativo 

Ella está frente a mí en este preciso momento, sus besos me están consumiendo desesperadamente, pero no los disfruto. Verdaderamente, hago lo que puedo, pero esta mujer apesta a perfume caro y el sabor de su boca es terriblemente desagradable. 

Antes de poder notarlo, sus manos están recorriendo todo mi cuerpo. Ella quiere que yo haga lo mismo, pero estoy atrofiado en el ritmo de las cosas y apenas puedo mantenerme. Finalmente, ella me deja libre. Pide marcharse pronto y me deja aseverando que soy un desperdicio de cara. 

Me dejo caer el el sillón, seguro de ser un completo desastre. Suena el teléfono, atiendo y escucho tu voz, comienzo a arreglarme el cabello, aunque no puedes verme. Me propones trabajar juntos en una cita y acepto, me pongo feliz por verte. La palabra cita resuena en mi cabeza y por un momento olvido que todo se trata de trabajo.

Promesas olvidadas


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Pretérito-Indicativo


Ese día, estuve a punto de desmayarme en la escalera. Visitaste mi casa sin necesidad de asistir a una fiesta. Ordené traer la vajilla más fina y las mejores golosinas, te di como regalo un lote de telas finísimas. Mi corazón no dejó de atormentarme durante toda la visita. 

Traté de ser como un adulto, pero a tus ojos, me vi como un pequeño niño. Incluso tu promesa más importante, la de jugar juntos al Casa Parkasia, la despreciaste en un segundo con una risa burlesca. Fuiste de verdad cruel, Michel, como nunca lo creí posible. 

Te confesé mis temores y mi deseo de crecer, mi necesidad de ser como tú y de entrar al mundo de los adultos, pero te burlaste de mí nuevamente. Michel, fuiste muy cruel al dejar tu lote de telas en mi casa, al despreciar el té y las golosinas, al concluir tan repentinamente tu visita. Pero fuiste más cruel cuando me besaste sobre la frente y me negaste, cara a cara, cualquier posibilidad de convertirme en un adulto.

Número trece


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Antepretérito-Subjuntivo

 Si te hubiera visto esa noche, hubiera tomado tu mano en silencio y te hubiera pedido un beso de esos labios pequeños. Te hubiera susurrado al oído frases de afecto y te hubiera confesado mis profundos celos. Hubiéramos reído como dos muchachos libres y hecho cosas tontas, cosas de enamorados. 

Si te hubiera visto esa noche, te hubiera contado acerca de mi tristeza. Hubiera recostado mi cabeza en tu hombro y esperado pacientemente por tu cálido beso. Hubiera perdido la vergüenza de tomar tu mano y hubiera olvidado todo el ambiente de la fiesta de cumpleaños. 

Si nos hubiéramos visto esa noche, quizá todo hubiera sido distinto, quizá la gente nos hubiera percibido como algo más que simples muñecos y tal vez incluso nos hubieran dado la ansiada libertad. Si tan solo hubiéramos tenido el valor de soltar la mano de nuestra pareja obligada y caminar frente a frente para sonreírnos el uno al otro, quizá entonces hubiéramos alcanzado un mejor futuro, o al menos, un futuro juntos.

Conteo imposible


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Antepretérito-Indicativo 

En menos de un mes había acompañado al menos a doce hombres y diez mujeres. Casi con miedo, había comenzado a repartir ligeros roces y besos ocasionales, había escapado de algunas manos inquietas y cambiado el tema de conversación. 

También, había visto a Michel en muchas partes, con acompañantes diferentes. Y había experimentado dentro de su cuerpo una sensación extraña, una mezcla de ira, envidia y celos. Muchas veces, por la noche, se había preguntado por esas emociones, pero había decidido dejarlas de lado y continuar su vida. 

Lo único que no había hecho en ese tiempo era confesarle su soledad a alguien, y tener sexo, por supuesto. Vacío y sin sentido, había llorado en silencio con la cabeza hundida en la almohada y con cuidado de no despertar a su hermana, en la habitación de al lado.

La segunda


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Pretérito-Indicativo



Ismael trabajó para recuperar la confianza de su padre. Cuando por fin decidió enviarlo a una convención de negocios muy importante, sintió sobre sus espaldas una mezcla de responsabilidad y alegría.

Alta, madura y algo perversa. Cuando la conoció, calculó unos 16 años, aunque el número real resultó mayor. Caminaron, rieron, tomaron té y justo antes de despedirse, se besaron, por petición de ella. Ismael únicamente percibió unos labios sin alma y recordó a Michel.

Casi de inmediato, su padre cerró un negocio que expandió los horizontes de la familia. En el viaje de regreso a casa, él fue claro en sus palabras de felicitación y sus exigencias. Ismael lo comprendió todo y aceptó seguir el ritmo a toda costa.

Sin disculpas


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Presente-Indicativo

—Es deber del cumpleañero atender bien a todos los invitados de la fiesta—camina hacia él, con un vaso en la mano.

—Mi padre está furioso conmigo, ¡este es un negocio muy importante!—ojos enrojecidos.

—También es un negocio muy importante para mi familia y yo cumplo con un trabajo, igual que tú. No te sientas mal, simplemente es normal para una mujer como ella elegir a alguien mayor. Eres un niño llorón, Ismael, no puedes cambiar eso.

Compañera de cena


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Pretérito-Indicativo

Volviste a pisar mi casa en la fiesta de cumpleaños número 12. Mi padre me encargó específicamente atender a una muchacha mayor y convencerla de cenar con nosotros al día siguiente, en compañía de su padre, por supuesto. 

Durante toda la noche, estuve ocupado bailando con ella y hablando de cosas sin importancia. Únicamente te vi un instante cuando te encontraste con mi pareja en la fuente de ponche. En ese momento, no supe si fue ella o yo, pero el encanto de la velada cambió.

Cuando mi padre invitó a la muchacha para cenar con nosotros al día siguiente, ella nos rechazó por un compromiso contigo. Un segundo frente a la fuente de ponche te bastó para arruinar todo el esfuerzo de una noche, subí al balcón desolado.

Ilesh


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Círculo
Pretérito-Indicativo
Y entonces, el Primer Maestro dibujó un círculo perfecto en el suelo y nos pidió a cada uno colocarnos en la línea. Lo hicimos así, tal y como ordenó, porque confiamos en él nuestras almas desde el momento en que lo vimos. Nos miró y nos pidió, una vez más, cumplir nuestro destino como exorcistas. Contestamos afirmativamente al unísono, en un ritmo perfecto y él sonrió. Y sólo por esa sonrisa, no temimos.
Entonces, el Primer Maestro se inclinó hasta colocar los dos pulgares en el piso y derramó su sangre sobre la línea para teñir todo el círculo de rojo. Nos quedamos sordos de repente y apenas pudimos ver cómo sus labios se movieron para recitar un juramento prohibido. Nos recorrió un escalofrío lleno de tormentos y temimos alejarnos del maestro o alguna vez tracionarlo. Pero pronto, ese temor se transformó en felicidad por poder estar a su lado. Quisimos ser igual a él y prometimos nunca abandonarlo.
Entonces, quedamos todos sellados bajo la misma promesa y la fuerza de uno se convirtió en la de todos. A partir de ese momento, jamás nos separamos los unos de los otros. Incluso en la distancia, nuestra fuerza fue idéntica y una sola; nuestros hijos, sobrinos, nietos, todos quedaron atados a un porvenir gemelo. Por eso, cuando el Primer Maestro falleció, decidimos vernos todos iguales y ser uno mismo a los ojos de los fantasmas y espectros del mundo. Nos apropiamos de su nombre y vivimos conforme a sus enseñanzas.

Escena de una noche
Copretérito-Indicativo
El asesinato no era por amor, ni por amistad, ni por rencores viejos. El asesinato era por el temor de que ella algún día pudiera salvar a otros a quienes él había abandonado. Rápido, despiadado y silencioso. Y el Señor Chamán lo sabía, por eso cargaba un manto viejo para no manchar su ropa de sangre y huía a máxima velocidad en medio de la montaña, como un traidor.
La despedida no era de amor, ni de amistad, ni de promesas de recuerdos eternos. La despedida era una pregunta indispensable para salvar la vida del Señor Dueño de toda esa tierra. Fría, dura y práctica. Y Rati lo sabía, por eso señalaba con desesperación el cajón oculto en el suelo e intentaba articular la palabra rojo con todas sus fuerzas, antes de perder para siempre el control sobre el aire expirado por su cuerpo.
El adiós no era de amor, ni de amistad, ni de recuerdos intoxicados por el aroma a sangre. El adiós era por la prisa de salvar a otro con el fin de salvar a muchos. Rápido, agitado y confuso. E Ilesh lo sabía, por eso buscaba en el cajón aquella medicina roja capaz de salvar al Señor Dueño de toda esa tierra y evitaba llorar ante un fin tan noble y entregado a causas mayores.

La esencia de menta
Postpretérito-Indicativo
Ilesh descendería de la casa de Rati con un frasco rojo en la mano y la esperanza de salvar por fin al Señor Dueño de esas tierras. Y sentiría el aliento de la noche en su cara, pestilente a arbustos de menta desatados en el horror de la oscuridad. Allá, a lo lejos, vería fuegos gigantes en su búsqueda y se daría prisa para llegar a su lado.
Ilesh amaría el fuego, esa noche. Correría a los guardias del castillo para informarles de su éxito en conseguir la medicina salvadora. Dejaría escapar una sonrisa entregada a su deber como sucesor del chamán y compartiría su promesa eterna de proteger al Señor, a sus hijos y a todas las generaciones . Honraría su juramento de primar la vida sobre la muerte y de entregarse a rescatar a otros, a costa de cualquier sufrimiento.
Ilesh sería apresado por traidor, esa noche. Como el encargado de preparar las pociones, sería acusado de envenenar al Señor Dueño de esas tierrras, en conspiración con su maestro. Mientras tanto, su maestro, el Señor Chamán, huiría a kilómetros envuelto en la esencia de menta y de riquezas manchadas, mientras el pequeño aprendiz de rostro esperanzado sería sentenciado en el castillo, sin derecho a decir una sola palabra.

Esteban
Imperativo
No seas nada, ni seas nadie. Camina, respira y muévete igual que los otros. Jamás pises el exterior de la casa de noche sin utilizar el traje ceremonial hilado a mano por tu madre. Recorta esas uñas tres milímetros por encima de tu dedo, pinta dos capas de esmalte negro azabache y una línea de cuatro milímetros de grueso, color púrpura desilusionado, en la parte superior.
Córtate ya ese cabello. Deja dos mechones al frente de 22 centímetros y mide con cuidado todas las otras hebras para lograr 52 centímetros exactos de largo. Jamás salgas de la casa sin ese cabello atado en una cola de caballo perfecta, con los mechones por fuera. Jamás dejes la casa sin avisar a tres parientes acerca de tu destino y hora de regreso.
Maquilla ese rostro y esfuma cualquier espectro de juventud o vejez oculta. Ponte los tacones y mide exactamente 164 centímetros de estatura. Colócate en línea al lado de tus hermanas, tías y primas. Observa la estatua de bronce, modelo de tu perfeccción futura y piensa en cómo asemejarte más a ella. Desaparece en esta multitud de personas idénticas, olvida tu nombre, imita el modelo establecido. Jura luchar y comportarte a la altura de tu apellido. Camina, habla y actúa como un miembro de la familia Esteban.

Castigo
Copretérito-Indicativo
Dolía, cada latigazo en la espalda quemaba la piel con más intensidad. Latigazo sobre latigazo y latigazo nuevamente. Y luego, sal sobre las heridas. En medio de la noche, sus gritos no cesaban, quería ser libre para aplicar la poción roja, ansiaba salvar al Señor Dueño de esas tierras. Su voz imploraba y se consumía, por el látigo.
Juraba, cada una de sus palabras eran para jurar proteger al pueblo amado, a su gente. Pero su gente lo acusaba y le arrancaba la piel del cuerpo con una navaja, para masticarla ante sus ojos. Ese anciano, lo recordaba, porque siempre le pedía un plazo más para pagar la tarifa; la mujer que siempre insistía en tomar más dosis de las necesarias; la muchacha cuyo padre la golpeaba todas las tardes; todos los niños que ahora armaban las teas, años atrás lloraban en sus brazos. ¿Lo odiaban? ¿De verdad lo odiaban?
Ardía, la hoguera a la cual estaba destinado ardía como su deseo de cobrar venganza en el Señor Chamán. Y los soldados desviaban el humo para que no fuera a asfixiarse antes de ser carbonizado por completo. Y algunos clamaban por torturas mayores antes de la muerte. Y su voz ya se extinguía entre los gritos y el crujir de la tablas.

Esos ojos
Antepretérito-Indicativo
Y en medio de los gritos de la gente, esos ojos, rasgados, brillantes, llenos de luz. Esos ojos hermosos que siempre había amado con desesperación. Los ojos heredados durante generaciones por las mujeres de su familia, con un destello rojizo que los hombres adinerados de otras regiones habían comparado con la lava de un volcán.
Los hermosos ojos de su hermana, que había soñado para su hija. Sí, una hija suave y amable como el rocío de las hojas en las madrugadas, una hija atenta encargada de traer agua fresca del pozo y de cultivar flores alrededor de la casa. Cuántas veces había deseado morir en su cama tomado de la mano de su hija, y había imaginado el resplandor de esos ojos dulces y enternecedores. Y sólo así había alcanzado la verdadera paz.
Esos ojos, brillantes y hermosos, mortales. Los ojos de su hermana que había soñado para su hija. Esos ojos que lo habían traicionado y se habían inundado de odio como los de todos los otros. No había explicación para un sufrimiento tan grande, no había suficientes motivos para el ardor en la piel y las llamas. No había siquiera fuerza para dejar caer esa última lágrima sobre el futuro derramado.

Manual del exorcista
Futuro-Indicativo
De día, pertenecerá a las multitudes. Realizará acciones comunes y cotidianas relativas al bienestar de su comunidad, sin interactuar lo suficiente como para forjar vínculos cercanos con los seres naturales. El recuerdo de sus acciones se desvanecerá con las existencias de otros muchos insignificantes. No habrá espacio para él en los libros de historia o en las grandes leyendas.
De noche, pertenecerá a la justicia de la vida. Dedicará todo su tiempo disponible a localizar y capturar los seres sobrenaturales. Cualquiera en contra de las leyes de la vida será su enemigo y tendrá como deber desaparecerlo de este mundo aún a costa de su propia existencia. Podrá cobrar un monto justo por su trabajo, sin embargo, jamás podrá omitir su labor por cuestiones de dinero. Su honor y gloria estarán marcados en la memoria de otros exorcistas y, por este fin, deberá apegarse siempre a la reglas de su familia.
Sin importar la época ni el lugar, el exorcista vivirá como una sombra. Su fuerza dependerá del estilo de captura aprendido y sus propias habilidades. Su longevidad dependerá de su suerte y de los aliados en su camino. Su honor dependerá de su apego a las normas y de su entereza como ser no natural. Su gloria estará atada a todas sus acciones, a su piedad y dureza en la lucha. Pero lo más importante de todo, el exorcista jamás temerá morir y dar cierre al contrato establecido con la vida.

Transformación
Presente-Indicativo
Me mirás desde tu pedestal de helada lejanía y, por primera vez, yo también te veo. Me encuentro con un recuerdo tan antiguo como el mismo tiempo. Tenemos un contrato, vos y yo, pero hasta ahora me acuerdo. Y según ese contrato tengo que volver adonde estás y someterme, porque, al fin y al cabo, te pertenezco. Me guiás por el camino indicado para sellar nuestro pacto, pero de repente me detengo, porque no encuentro ninguna razón para obedecerte.
Maldita, egoísta, desdeñosa, ambiciosa vida, ¿por qué creés que debo seguirte? Robás frente a mis ojos toda mi felicidad y me quitás la esperanza de un mañana. Los ojos hermosos de mis sueños los arrebatás de mí sin piedad alguna. Pero aún tengo fuerzas para escaparme. Conforme huyo de vos me hago más fuerte y me transformo, cada paso me convierte en un demonio de dolor y fuego. No podés perseguirme ni atraparme, porque estoy envuelto en una cortina de odio, porque soy lo suficientemente fuerte como para desafiarte.
Y cuando salgo de vos, estoy en la hoguera, como al principio, pero mi cuerpo ya no se quema, sino que se fusiona con las llamas. Río. Monto en el viento e incinero todo en la distancia, porque con cada llamarada un recuerdo se desvanece. Lo elimino todo y así dejo de estar en deuda con vos o con cualquier persona y vivo para mí mismo en el aire. Ya no hay desafío ni tiempo. Ya no hay vida tampoco. Pero sigo aquí aunque me llamen demonio, sigo aquí donde todos me temen.

Venganza
Antepretérito-Subjuntivo
¿Qué hubiera sido de mí si no hubiera logrado encontrarlo aquí, maestro? ¿Cómo hubiera logrado completar la más atroz de las venganzas de no ser por este encuentro del destino? Porque yo lo hubiera buscado por todos los rincones del mundo para hacerle pagar su avaricia, sin embargo, de no ser por este día, probablemente hubiera descubierto un final con arena enmohecida bajo un ramillete de flores secas. Por primera vez, hubiera maldecido mi inagotable tiempo.
¿Qué hubiera sido de mí si me quedara un poco de piedad dentro del alma, maestro? No hubiera podido triturar entre mis dedos cada uno de sus huesos, ni hubiera hecho hervir su sangre hasta hacerla salir por todos los orificios de su cuerpo. No, no, no hubiera sido un final terrible, sin dolor, sin gritos, sin lágrimas de perdón para una persona que hubiera deseado mirarlas.
¿Qué hubiera sido de mí con mi antiguo cuerpo? ¿Si hubiera seguido a la vida en su camino traicionero? Enterrado con el estigma del traidor en mis espaldas, sin asomo de felicidad, hubiera perdido el derecho más elemental de todos: la venganza. Hubiera perdido la oportunidad de ver la eternidad del mundo con mis ojos y, con este cuerpo fabricado de voluntad, destruirla.

Encuentro
Antepresente-Indicativo
Primer aviso: Hoy, en la posada de la Hoja Rota, he detectado el objetivo. A primera vista, me ha parecido un pueblerino común y corriente, sin embargo, luego de acercarme, he descubierto en sus ojos el fuego ardiendo. Las lecturas de energías me han indicado la presencia de un poder propio del infierno. He comenzado a seguirlo para confirmar las sospechas. Favor enviar refuerzos.
Segundo aviso: Hoy, en las montañas del sur, hemos tenido un primer encuentro con el objetivo. Sin embargo, sus movimientos han sido tan rápidos que solamente hemos podido observar en la lejanía la destrucción de la pequeña aldea. En un instante, ha transmutado su cuerpo humano en un mar de flamas, sólo para consumir el área circundante y luego regresar a su estado normal. Hemos decidido detenerlo lo antes posible.
Tercer aviso: Hoy, en el Valle de las Perlas, hemos sido descubiertos por el objetivo. En medio de las llamas, he perdido los detalles, pero sin duda este demonio ha puesto en práctica poderes relacionados con todos los elementos. He perdido a todos mis compañeros, mis piernas y mi brazo derecho. Favor despedirme de mi esposa e hijos. He cumplido con honor, gracias.

Indraneel
Pretérito-Indicativo
Los exorcistas de la familia Esteban se enfrentaron con él un 46 Anil Anjil Yune , sobre el ardor de la tierra castigada por el cielo. Lo llamaron el demonio Indraneel, por el color azul intenso de sus llamas. Todos los miembros acudieron a la cita, incluso los más pequeños, y todos lucharon desde la salida del sol hasta su puesta, sin derrotarlo.
Se usaron todos los conjuros de exorcismo conocidos, pero el escudo azul fuego convirtió cada palabra en un ataque del enemigo. Cayeron miembro tras miembro de la familia y el círculo se hizo más estrecho; y conforme el círculo se hizo más estrecho, los conjuros se hicieron más débiles. Hasta que apareció el Orador del Maestro, con un collar azul en el cuello desafió al demonio aunque afirmó no poder vencerlo.
Realizaron el Sello de Cinco Puntas con sus propios cuerpos, el Orador del Maestro y sus cuatro discípulos más cercanos. No pudieron derrotar al demonio, sin embargo, lograron encerrarlo dentro del mismo círculo creado por el Primer Maestro. Así, el demonio Indraneel fue capturado dentro de un diminuto cuerpo, incapaz de hacer daño o convocar los poderes del fuego. Indefenso, huyó adonde la vista no pudiera alcanzarlo y, así, el clan se dio por satisfecho.

Rebeca Esteban
Antepretérito-Indicativo
Había nacido como la décimo cuarta nieta de la Oradora del Maestro, un 34 Dol Inodil Une. Y desde su llegada, había inundado la habitación con un llanto débil y tranquilo, agradable como canto de pajarillo. Había pasado todas y cada una de las pruebas de apariencia, el tono de piel, perfecto; el cabello, excelente en su forma, contextura y brillo; forma y color de los ojos, idénticos al margen establecido y ni una sola mancha en todo el cuerpo. Un ejemplar excelente, sin duda.
Había demostrado, desde el inicio, una actitud perfecta. Fuerza, destreza, agilidad, lógica, tacto, imitación de sombras, memoria para los conjuros, disciplina, belleza, semejanza física, obediencia; no habían encontrado ni un solo defecto en ella. “Nueve años desperciados”, había dicho la abuela al pensar en los años perdidos de entrenamiento. Y ella misma le había tatuado una a una todas las espinas de la enredadera de la espalda, sin escuchar ni un solo gemido de dolor o queja.
Había actuado siempre según lo previsto. Con dedicación y entrega había ejecutado todas y cada una de las tareas, sin dejar salir nunca una sola petición o queja. Todos los secretos de la familia, los había escuchado y guardado sin dar opinión alguna ni juzgar. Y por eso, había llegado a ser la más amada, la nieta favorita. Había sido declarada una joya encontrada cada diez generaciones.

Horario
Infinitivo
Primer despertar a la primera hora clara. Apagar el despertador, recoger los zapatos, poner el traje ceremonial en la lavadora, ducha rápida, medición del largo del cabello, peinado, búsqueda del uniforme, vestimenta. Servir el desayuno, desayunar, recoger los platos, confirmar hora de salida y regreso. Esperar a papá en el recibidor. Primera salida de casa a la segunda hora clara.
Llegada al colegio, clases estructuradas según el orden semanal. A la novena hora clara, traslado a la clase de idioma. Salir al portón frontal a la décima hora clara, divisar el auto de mamá, abordar. Comentar los detalles de la tarea y el estudio. Revisión de las tareas asignadas, estudio de los temas vistos. Dormir tan temprano como sea posible. Segundo despertar a la tercera hora oscura. Vestir el traje ceremonial, verificar peinado, colocar maquillaje. Segunda salida de casa a la cuarta hora oscura.
Verificar la presencia de exorcista compañero. Revisar correo, analizar misiones, realizar misiones específicas. Salir a cazar, ya sea sola o acompañada. Perseguir la presencia del espectro, desplazarse, exorcixar. Perseguir la presencia del espectro, desplazarse, exorcixar. Perseguir la presencia del espectro, desplazarse, exorcixar. Regresar a la casa a la novena hora oscura, tomar baño largo, retirar maquillaje, irse a la cama. Dejarse consumir por el sueño y reiniciar el día.

Hermana
Presente-indicativo
La muchacha de cabello café oscuro de allá es mi hermana, ¿saben? ¿No es hermosa? Todo el mundo dice que nos parecemos mucho, pero aún así, ella tiene un brillo que yo no tengo. (Suspira) Dicen que todos en mi familia somos iguales, pero aún así a veces siento que no le llego siquiera a los talones. Y todos en la familia siempre hablan de eso, de lo perfecta y encantadora que es. Pero, ¿qué digo?, si yo también me la paso presumiendo de ella todo el tiempo. Bueno, nada se puede hacer, es el llamado de la sangre.
¡Claro que soy la menor! Tenemos tres años de diferencia, a veces me dicen que no es mucho, pero a mí me parece un abismo. Y por eso siempre todas las responsablidades están sobre ella. Papá y mamá le asignan cuidarme y recibir mis reportes, a veces le piden revisar mis tareas también, seguro es un problema para ella lidiar conmigo, pero no tiene más remedio, para eso somos hermanas (ríe).
Sí, somos bastante cercanas (baja la cabeza y se sonroja). Rebeca y yo realmente nos amamos mucho, para eso somos hermanas únicas. Así que solo podemos confiar la una en la otra, ¿no? Todos mis sueños y secretos están en Rebeca, ella es como mi gran baúl del tesoro. Oh, ya parece desocupada. Mejor voy a acercarme para evitar problemas, conozco esa mirada de regaño en sus ojos. Hasta pronto y disculpen por hablar demasiado (se aleja con pasos ruidosos ¿quién es esa, de todos modos?) 

Oralia Esteban
Antepretérito-Indicativo
Había nacido como la vigésima primera nieta de la Oradora del Maestro, un 10 Arol Aroseil Une. Y desde su llegada, había inundado la habitación con un llanto enérgico que había hecho reir a las enfermeras del hospital. Había asustado a todos y cada uno de sus parientes con las pruebas de apariencia, el cabello muy claro, luego muy oscuro; los ojos, sin brillo primero, luego, demasiado destellantes; asmática y un poco enfermiza, pero enérgica y llena de disposición. Una gema en bruto, sin duda.
Había sembrado, desde el inicio, la desconfianza en todos sus familiares. Energía, entusiasmo, agilidad, fuerza, imitación de sombras, dificultad para los conjuros, bondad, descuido, cambios abruptos, curiosidad, torpeza; no habían logrado encajarla en un patrón ni reaccionar ante su presencia. “La hermana de un genio”, así la habían encasillado, luego de años de dudas. Y le habían asignado a Rebeca la labor de guiarla por el camino del exorcista, con la esperanza de cambiarlas de hermanas a gemelas.
Había actuado siempre de forma imprevista. Con métodos poco ortodoxos o estrategias nuevas, había ejecutado las tareas de su edad, sin dejar de sonreir o comportarse como una niña. Todas las leyes de la familia, las había escuchado y comentado sin reparo alguno, al tiempo que había jurado obedecerlas. Una contradicción completa. Y a pesar de eso, finalmente, había sido aceptada dentro del clan de los exorcistas. Había sido declarada una flor de alegría encontrada cada veinte generaciones.

La mudanza
Pretérito-Indicativo
Las sábanas sintieron un leve estremecimiento cuando, por primera vez en 13 años, fueron guardadas. Trataron de calmarse al pensar en un posible reacomodo de horario para hacer limpieza en la casa, pero, para su espanto, fueron apresadas en una caja de madera junto con los arreglos de la sala.
Un terrible destino, no haberse despedido de aquellos cabellos largos y bien cuidados, no aprovechar por última vez el roce de esos dedos duros por el contacto con las armas. Lloraron por el aroma de cereza esparcido en el viento desde aquella piel frágil y pensaron en un destino envuelto en llamas.
Cuando el camión se detuvo, comenzaron a aceptar la muerte. No tuvieron ningún arrepentimiento, todo su amor y cariño quedó expresado en la suavidad de sus caricias, de día o de noche. Dijeron adiós a la razón de su existencia y se encerraron en la profunda oscuridad. Pero, entonces, sintieron el leve roce de esas manos gloriosas y fueron trasladadas a la misma cama, aunque a kilómetros de distancia. Así recordaron el apego de su ama Rebeca y su incapacidad para cambiar nada. Suspiraron de alegría porque aquello solo fue un ligero viaje de mudanza.

La primera clase
Pretérito-Indicativo
Pum, pum, pum, pum, pum, pum, su corazón palpitaría con tal fuerza que perdería el equilibrio en el camino hacia el altar de la escultura de bronce. Las fuerza de las piernas la abandonaría en el preciso momento de la entrada de su abuela. Su espíritu abandonaría el cuerpo en medio del juramento del círculo. Pero, en medio de la neblina, vería una figura amable y sonriente envuelta en un manto púrpura desilusionado que le extendería la mano.
Pum. Pum. Pum. Su corazón mantendría el ritmo usual aunque los corredores del colegio se verían completamente nuevos. Su confianza no la abandonaría por utilizar una lengua completamente diferente a la suya. Su espíritu se alegraría al ver su presencia desvanecerse entre cientos de estudiantes. Y, en medio de aquellos gritos y conversaciones, vería el esmalte de sus uñas y aceleraría un poco la respiración para mencionar ese nombre.
Sonreiría por dentro al verla llegar a casa, pero la trataría con la fría sabiduría habitual. “Según su promesa, estaría siempre con nosotros, aún después de su muerte”, repetiría las palabras escuchadas por su madre hacía ya tres años y terminaría de anudarle el cabello en una cola de caballo.

La enredadera
Futuro-subjuntivo
—Mejor que sea un privilegio, ¿no? Algo reservado sólo para las mujeres que tengan 12 años y su entrenamiento completo como exorcistas.
—Cierto… probablemente sea mejor así. Pero al menos, con un poco de esfuerzo y ruegos, quizá seas tú, Rebeca, quien tatúe la enredadera en mi espalda, espina por espina. Quizá seas tú misma quien me acerque más a mi sueño de seguir tus pasos.
—Ojalá se cumpla ese deseo, Oralia, cuando el momento llegue.

Los hombres de la familia Esteban
Futuro-indicativo
Los diferenciarás de ellas porque ninguno tendrá el símbolo de enredadera tatuado en la espalda. Serán visiblemente más altos, 12 centímetros exactamente. No observarás el esmalte púrpura en sus dedos, sino que estarán marcados con un profundo negro. De frente, verás los mechones de 22 centímetros exactos, pero por la espalda, descubrirás el cabello recortado en los varones y así, incluso en la distancia, podrás identificarlos.
Su traje seguirá el mismo diseño que el de ellas y estará bordado con los mismos hilos, por lo que desprenderá el mismo aroma. No podrás diferenciar el género por el olfato, pero bastará rozar la silueta para descubrirlo y poder realizar tu ataque.
Más allá de esto, será imposible diferenciarlos. Hombre y mujer será la mayor separación que podrás realizar. En la oscuridad de la noche, todos te parecerán una y otra vez la misma persona, sus movimientos y técnicas ayudarán a completar el espejismo. Por eso, no podrás enemistarte con un individuo y siempre deberás cobrar tu venganza en la familia entera.

El primer cambio inesperado
Pretérito-indicativo
Con la entrada de Oralia al entrenamiento de exorcista, la dinámica de la casa se modificó un poco. Más tareas del hogar fueron asignadas a Rebeca y sus padres se vieron más atareados con el transporte de la menor a la casa principal y las múltiples reuniones. Aún así, todo esto encajó perfectamente en el margen de lo planeado.
Pronto, los padres fueron requeridos en ceremonias nocturnas con su hija y Rebeca comenzó a salir sola de noche para capturar espíritus. Además, se le asignó la labor de supervisar a su hermana en el aprendizaje de conjuros, con el fin de ponerla al corriente con los demás aprendices. Rebeca abandonó las sábanas de la cama unos cuántos días, pero aún así, siguió dentro de su rol establecido.
Las noticias del agotamiento de la familia llegaron a la Oradora del Maestro con la misma rapidez que el invitado llegó a la puerta de la casa. Rebeca abrió la puerta a un muchacho con sonrisa imborrable que le extendió una carta sellada con sangre de comadreja. Fue un cambio rápido e inesperado, pero, esa misma noche, el invitado dejó de ser un invitado y se convirtió en un miembro de la familia.

El primo Ralp
Postpretérito-Indicativo
Desde el primer momento, no le gustaría su presencia en absoluto. Su forma de hablar y de comportarse, el enorme parecido con su padre, solo la obligarían a tenerle aún más recelo e ira. Le parecería un huésped entrometido en los asuntos de la familia y por eso, huiría de su compañía y de sus amables conversaciones, evitaría quedarse a solas más de lo necesario.
En contra de su voluntad, lo aceptaría como su tutor y pasaría de estar bajo el control absoluto de sus padres al de él. Guardaría silencio ante las bromas de los otros, quienes la declararían más libre que nunca. “Como una pareja de enamorados” dirían para hacerla sonrojarse, pero no sabrían que el rojo de su cara estaría más relacionado con la ira que con la vergüenza.
A pesar de esto, bajaría la cabeza y escucharía las instrucciones. Accedería a esperarlo a la salida del colegio para irse con él en el carro y recibir sus tutorías en el ámbito de los conjuros de exorcistas. Realizaría con él sus labores de patrullaje nocturno y mezclarían sus ingredientes para ejecutar ataduras a fantasmas. Lo aceptaría como el primo segundo de su madre y el suyo propio, como alguien cinco años mayor y con derecho a ordenarle, como un exorcista de su familia y, aún más importante, como una persona recomendada por la Oradora del Maestro.

Salida nocturna
Copretérito-Indicativo
Rebeca se preparaba en la habitación con su traje cuidadosamente hilvanado y él la esperaba en el piso inferior mientras revisaba la correspondencia enviada por la Casa Madre. Ella recordaba despedirse adecuadamente de sus familiares y cumplir con el código de salida establecido, él sellaba las cartas con su propia sangre, porque la sangre de uno era la sangre de todos, al fin y al cabo.
Una vez afuera, cazaban, en silencio. Se volvían unos con las sombras en medio de la noche y confundían su aroma con la esencia de menta de los arbustos cercanos. Buscaban una presa y la atacaban, juntos. Se sentían tan fuertes como los discípulos del Primer Maestro, ese día memorable. Encerraban con un conjuro a cualquier tipo de espectro y lo devolvían al lado de la vida, para obedecer el contrato.
También de vez en cuando, conversaban. Principalmente porque Ralph no callaba nunca y siempre sonreía amablemente sin importar lo que ocurría alrededor. Decía que aquello era como una cita, aunque un tanto más sangrienta y reía también, siempre reía. Rebeca olvidaba, como siempre, y actuaba como una fría muñeca de trapo cuando él le ofrecía la mano para volver juntos a casa.

El baño de sangre
Presente-indicativo
Es una cosa sabida en todo el mundo que los exorcistas no le temen a la sangre. Están acostumbrados a ver su propia carne expuesta y herida cuando se entrenan para combatir toda clase de fantasmas. Y antes de ser enviados a combate ven pasar innumerables cuerpos frente a sus ojos, para insensibilizarlos.
Es una cosa sabida en todo el mundo que a veces los fantasmas poseen a las personas. Y a veces, el único remedio para sacar al fantasma es hacer explotar el cuerpo del huésped. Y cuando el cuerpo del huésped explota, los pedazos de piel y de sangre suelen saltar en todas direcciones. El mayor problema de esto es no perder de vista al espectro en cuestión, en medio de tanto rojo.
Es una cosa sabida en todo el mundo que los exorcistas tienen la piel y el cabello hermosos y brillantes. Y eso es porque no existe un mejor tratamiento de belleza que recibir semanalmente un baño de sangre. Eso es algo que todo el mundo lo sabe.

El segundo cambio inesperado
Pretérito-indicativo
Con el ingreso de Ralph como un miembro de la familia, la dinámica de la casa se modificó un poco. Rebeca comenzó a ocuparse de tareas cada vez más hogareñas y los padres pudieron dedicarse más a suplir su papel como miembros adultos de los Esteban. Aún así, todo esto encajó perfectamente en el margen de lo planeado.
Pronto, Rebeca y Ralph adquirieron la coordinación necesaria para hacer coincidir perfectamente su trabajo y sus estudios. Además, Oralia avanzó maravillosamente al lado de su hermana y llegó a ser felicitada varias veces por su excelente labor como exorcista. Rebeca tuvo por fin tiempo para las tareas del colegio y para obtener excelentes calificaciones en los primeros parciales.
Y todo el esfuerzo de Rebeca dio frutos cuando recibió de la mano de la profesora una carta de exoneración para acudir más a la clase de idioma. Por primera vez en toda su vida, Rebeca adquirió dos horas semanales de verdadero tiempo libre.

Pertenencia compartida
Antepresente-indicativo
El tiempo de los Esteban jamás ha pertenecido solo a ellos. Desde el mismo día del contrato, ellos han unido sus fuerzas, sus almas y su tiempo. Por eso, el horario de uno siempre ha sido decidido cuidadosamente por todos, con el fin de jamás desperdiciar ningún minuto, ningún segundo. Porque todos han decidido ser prisioneros de la rutina, por su propia voluntad.
Por eso, una vez ha salido del colegio, Rebeca ha tomado su teléfono celular para avisar a Ralph del nuevo cambio en el horario. Y solo se ha detenido un momento a pensar en sus futuras obligaciones y ha visualizado sin querer más y más tiempo a solas con esa persona tan terriblemente desagradable, más y más quehaceres tortuosos, más repeticiones ridículas.
Rebeca ha escuchado unas risas de niños y casi sin darse cuenta se ha dejado guiar por sus pasos hasta el sitio. Por un momento, ha cerrado el teléfono y ha ignorado su responsabilidad para caminar hacia el parque de juegos cercano al edificio del colegio.

El parque
Presente-indicativo
El parque es un oasis en medio del desierto de concreto. En esta época del año, el frío huye por las copas de los árboles y brinda la esperanza a las flores para mostrar su brillo. Algunas ya fingen desmayarse para quedarse enredadas en el cabello del niño que les gusta e irse con ellos a casa, hasta ser descubiertas y arrancadas de los enredados mechones.
El parque está lleno de ruidos y de silencio. Porque de algún modo cualquier sonido allí se pierde con el ambiente y deja de percibirse claramente por el oído. Todo es música y conversaciones susurradas, todo se convierte en historias contadas por la fuente de agua y por la hamaca que necesita una pronta aceitada.
El parque es un lugar tan común y aún así, es completamente nuevo para Rebeca. Y ella se sienta en la banca más alejada, para no interrumpir en aquel ambiente lleno de colores, sin un destino forjado. Ella escucha, observa y absorve el ambiente. Por primera vez en tanto tiempo, el brillo del sol le calienta verdaderamente el pecho.

La mentira
Presente-subjuntivo
Que permanezca en ese parque sin darse cuenta del estúpido horario y sin sentirse atada a unas estúpidas manecillas traidoras, dueñas de su voluntad.
Que mire el reloj y descubra las agujas apuntando a la hora de la salida del colegio. Que corra hacia la entrada principal y finja estar saliendo como de costumbre. Que se suba al carro de su primo y, por primera vez en la vida, con toda la seriedad del mundo, le mienta y le oculte la verdad acerca de su pequeño paseo.
Que se marche a casa tranquilamente y que ignore por completo la misteriosa presencia espía en ese mismo parque.

La emoción
Futuro-indicativo
Ella caminará decidida hacia el parque y tomará asiento a la sombra de un árbol diferente cada día. Escuchará la misma canción una y otra vez y observará el alrededor moverse, ordenará al mundo girar en torno a ella por una vez y obedecer todos sus deseos “Bailarás así, por siempre”.
Ella disfrutará la danza de sombras desconocidas y el silencio inundado de ruido. Descubrirá un mundo diferente en cada visita y creará preguntas con cada vistazo al rostro de los transeuntes, un mundo inaccesible para ella por ser una simple extraña, un mundo imposible y, por tanto, un mundo deseado.
Ella acelerará su corazón con cada ligero matiz de brillo, con cada flor abierta, con cada niño nuevo. Dejará de temer al ambiente y se incorporará completamente al paisaje. Se percibirá a sí misma como un ser cambiante en medio de todo. Sonreirá desde el fondo del corazón y quedará cautivada por la simple emoción de seguir con vida.

La rutina
Futuro-indicativo
Ella se subirá al carro del primo de su madre y escuchará las mismas tonterías adornadas con risas acerca de su ya conocido horario. Enseñará a su hermana cosas ya conocidas por otros, inventadas por otros. Cocinará la cena según la receta de su tía y la servirá en el orden exacto para mantenerla tibia.
Ella perseguirá fantasmas y demonios y espectros y los enviará a un mundo completamente desconocido, sin hacer ninguna pregunta. Con un cuchillo matará, acribillará o eliminará a otros seres humanos poseídos y luego rezará para permitirles sellar satisfactoriamente su recién concluido contrato.
Ella irá al colegio y estudiará lo indicado por sus profesores. Y obedecerá y sacará buenas calificaciones y se perderá en la memoria de los compañeros o compañeras con quienes conversará ocasionalmente y a quienes rechazará para ir a su casa, por diferentes razones preparadas. Y se perderá en el silencio y en la sombra, sin intentar cambiar nada.

El hastío
Presente-indicativo
Rebeca sube al carro del primo Ralph y contesta algunas preguntas acerca de su día en el colegio. De inmediato, recibe una oferta de ayuda en sus estudios, pero la rechaza y asevera estar bien por sí misma. Ella escucha los detalles repetitivos de la última carta de su abuela, dónde la felicita por hacer lo que siempre hace, de la forma en la que siempre lo hace y con quien siempre lo hace.
Rebeca llega a casa y come al lado de Ralph la comida preparada por su madre. Luego, sube a la habitación y abre su cuaderno. Estudia las mismas cosas de siempre, a la misma hora de siempre, con el mismo tiempo disponible de siempre. Y comienza a pensar en su rutina de esa tarde, de esa semana, de ese año. Y repite en su cabeza la misma imagen monótona hasta sentir una terrible ebullición en sus venas, una ebullición color azul. Y entonces, casi sin darse cuenta, deja escapar un pensamiento prohibido de su cabeza: “Esto, esto es el hastío”.
Rebeca es despertada por su hermana Oralia, pues ya se le hace tarde para ir de cacería con su primo Ralph. La muchacha de repente se sonroja por haberse quedado dormida con ese pensamiento en la cabeza. Recoje apresurada su traje y se prepara para reponer los cinco minutos perdidos en la rutina del día.

¿Y vos?
Presente-indicativo
¿Y vos? ¿No estás ya cansado de estar leyendo lo mismo, de seguir recibiendo lo mismo? Una y otra vez las mismas imágenes en la cabeza, los mismos personajes, las mismas voces. Y algo aquí no está avanzando, ¿verdad? Desde hace mucho tiempo que estamos dando vueltas en círculos. Desde hace mucho tiempo aldeas enteras no arden en llamas inevitablemente.
¿Cuántas veces esa estúpida mocosa sentada en el carro del primo Ralph, sin hacer nada, sin contestar nada? ¿Cuántas veces la molesta risa de ese tipo en nuestras cabezas, sin entender siquiera por qué demonios lo odian tanto, por qué diablos vive envuelto en el desprecio?
¿Y vos? ¿No repetís la frase de Rebeca miles de veces en tu cabeza? “Esto, esto es el hastío”. Y cuando usás esa frase no sabés en realidad qué significa la palabra y no entendés que al decirla decís que leer es como una parte infaltable de tu vida. Esto, esto es el hastío, verdaderamente. Pero todo en este mundo puede ser el hastío, ¿verdad? Probablemente.

Una bolsa de maíz
Copretérito-Indicativo
Esa tarde, la exorcista de primer nivel Rebeca Esteban observaba a los niños dar de comer a las palomas glotonas. Cada uno de ellos tenía una bolsa de maíz en sus manos y con ella atraían a las aves y las conquistaban para seguirlos. En ese momento, una voz amable llamaba a la dulce muchacha para ofrecerle una bolsa de maíz y permitirle unirse a la diversión de los infantes.
Esa tarde, la anciana sostenía a su gato negro en el regazo, mientras disfrutaba de la tarde soleada en una banca. No podía moverse mucho, pero podía ver a los pequeños corretear por todas partes. Lo único que podía hacer era ofrecer con voz amable una bolsa de maíz a la dulce jovencita para permitirle jugar con los pequeños.
Esa tarde, se encontraban en el parque una mirada amable y una mirada desconfiada, se encontraban también muchas bolsas de maíz en el parque. Pero sólo una de ellas se posaba en la mano de la anciana, a la espera de ser tomada.

La anciana, el gato y yo
Presente-indicativo
—Es un lindo parque ¿cierto, señorita? A mi gatito le gusta venir aquí a jugar todas las tardes—el felino maulla al sentir su piel rozada por la rugosa mano.
—Sí—seria, desconfiada—es un lindo lugar para estar.
—Tome, es para usted—le extiende la bolsa nuevamente—. Siempre viene por aquí y quiero verla divertirse antes de su hora de marcharse—Rebeca mira la sonrisa sincera, duda, pero luego de unos momentos, toma la bolsa de maíz y corre a acompañar a los niños en su diversión con las palomas.

Tablero
Pretérito-indicativo
—Han estado allí largo rato, sin dejar de jugar. Debo confesar que incluso me ha parecido interesante en cierto momento—risa amigable— ¿Y usted, señorita? ¿Ha jugado alguna vez?
—Una vez—desconfiada, recelosa—,he jugado una vez al ajedrez, pero, por algún motivo, siempre me ha parecido un juego sin sentido.
—¿De verdad?—incrédula—siempre he pensado que un juego tan serio y digno ha debido de agradarle—risa amigable—. Pero ya veo que la actitud seria de la señorita me ha engañado por completo.

Llueve
Futuro-indicativo
—No vendrá nadie…—en un susurro para sí misma.
—¿Y qué hará, señorita? ¿Esperará a que pase la lluvia o irá a refugiarse a la escuela? Supongo que tendrá una hora para regresar a casa, pero aquí, bajo el goteo, seguro relajará cualquiera de sus preocupaciones.
—Esperaré un poco bajo la lluvia y luego—mirada clavada en el cielo—, tomaré el auto para irme a casa.

De regreso
Pretérito-subjuntivo
Si dijera ahora la verdad y hundiera para siempre las constantes visitas al parque. Si antepusiera mis deberes como exorcista a la vanalidad de tener al menos un par de horas para mí misma. Si le comunicara a Ralph lo del nuevo horario y tolerara su sonrisa amable y sus palabras amenas. Si pudiera ver su cara de alegría por poder pasar más tiempo juntos en nuestros deberes familiares.
Si mamá descubriera en este instante la verdad y me barriera a golpes por ocultarle algo tan importante. Si lo considerara algo grave y me enviara al tribunal de la familia. Si me condenaran a estar siempre atada y vigilada, sin poder ir a la escuela. Si me impidieran moverme de un sitio con tal de evitar mi muerte.
Si renunciara al parque ahora mismo por temor a ser atrapada. Si confesara la verdad como un hecho sencillo y omitiera este comportamiento erróneo. Si dejara de proteger ese lugar y volviera a mi rutina habitual. Si tan solo, si tan solo renunciara como siempre y regresara a la normalidad, al silencio y a la sombra, a una vida con un futuro decidido.

Señorita
Pretérito-indicativo
—Así que hoy la tenemos con nosotros como siempre, señorita—el maullido del gato separa la frase—. Pero veo en su rostro un rasgo de preocupación, ¿no es así? Si es algo en lo que puedo ayudar, no dude en decírmelo. Seguro que es difícil mantener el mismo nivel de energía todos los días.
—No, todo está bien—reflexiona un momento acerca de la última frase la anciana y algo en su interior se enciende.
—¡Qué bueno! La gente joven como usted, debe estar siempre animada.

Presencia extraña
Presente-subjuntivo
La preparación para el combate. Que se erizen de un solo golpe cada uno de los vellos del cuerpo y que un escalofrío helado sacuda los nervios de la espalda. Que de inmediato todos los músculos se tensen y empiecen a vibrar para calentarse y rendir al máximo. Que el corazón empiece a bombear suficiente sangre para mover el organismo a una velocidad no humana.
La alerta máxima. Que el oído de inmediato se agudice y expanda su capacidad de escucha a un rango más amplio. Que la vista se concentre en un único punto focal, de manera que el resto parezca nebuloso. Que el tacto se altere para maximizar la percepción externa y disminuir el dolor interno. Que el olfato y el gusto se preparen para sellarse en medio de la lluvia de sangre.
El bloqueo. Que la mente pase a modo combate y de repente olvide cualquier rastro de compasión o bondad humana. Que únicamente los recuerdos del combate permanezcan en el primer plano y que todo lo demás sea encerrado en un abismo. Que cambie el tono de voz y los intentos de sonrisa. Que todo desaparezca. Que por un momento ya no tenga nombre y sea solo una exorcista.

Mirada vacía
Presente-indicativo
—El listón del pelo está un poco flojo—lo desata de inmediato y se dispone a hacerlo de nuevo—. Ralph te está esperando abajo, no lo retrases más. Estar siempre juntos no significa ser una carga el uno para el otro.
—¿La vida es igual si estamos o no, madre?—un silencio.
—¿Qué clase de pregunta es esa? Por supuesto que nada permanece igual. Cada vez que uno de nosotros muere, el círculo se hace más estrecho, cuando el círculo se hace más estrecho nuestra fuerza aminora y lo sabes—la voltea para mirar de frente su rostro—. Por eso, debes ir allá y pelear con fuerza, para ser siempre los mejores exorcistas de este mundo—y la ve asentir con la mirada casi vacía, que tanto ama la Oradora del Maestro.

Por ti, cualquier cosa
Postpretérito-Indicativo
Por ti, esperaría meses en la entrada, bajo la escalera, sin mencionarle a nadie tus minutos de retraso. Porque mientras tanto soñaría con verte descender en tu traje color púrpura desilusionado, lista para ser la mejor del mundo. Viviría bajo tu sombra en silencio y te observaría convertirte en la nueva Oradora del Maestro.
—¿Podríamos ir a un sitio?—con los ojos libres de expresión pero plagados de brillo.
A un sitio, a la luna, al mundo de los espectros, a la cuna del demonio, iría contigo. Entregaría toda la sangre de mi cuerpo solo por un pedazo de tu sonrisa y pelearía hasta la muerte para ganarme tu respeto. Respondería sí siempre a todas tus peticiones y defendería tus motivos sin comprenderlos. Te querría incondicionalmente de por vida.

Cadáver de parque
Pretérito-indicativo
Cayó el sol y el parque devoró de golpe una manzana envenenada. Y así, se dejó secuestrar por un profundo sueño que inclinó sus hojas y acalló las risas. Su piel se volvió de un color grisáceo, aunque bajo la luz de las lámparas artificiales aún se asomó un tono paliducho, casi podrido.
Rebeca puso los dos pies en el parque y se quedó desconcertada por un momento. Notó la repentina desaparición de todos sus valorados recuerdos. Tembló y una sensación la hizo perder el equilibrio por un instante: la nostalgia. Justo en ese momento el parque se le pareció demasiado a su propio interior, frío y marchito. Pero recordó su misión más importante: protegerlo.
—No noté ninguna presencia—la voz de Raplh le confirmó sus sospechas de minutos atrás. A pesar de su mirada vigilante y su habilidad como exorcista no logró sentir una presencia demoniaca en los alrededores de su santuario.

Viento
Presente-indicativo
—El viento de hoy, está particularmente impregnado con ese aroma.
—La esencia de menta, ¿verdad? Ah, la esencia de menta está impregnada de recuerdos para mí. Sin embargo, cuando el viento sopla así de suave, uno no puede evitar sentirse feliz, ¿verdad, señorita? Solo el viento puede volarse todas las preocupaciones de un golpe y regalarnos felicidad.
—Pero lamentablemente para usted, el viento es una cosa que solo pertenece a los seres naturales—adopta una mirada seria y se voltea para realizar su amenaza—. No existe nadie, bajo el cielo o sobre él, capaz de engañar a una exorcista de mi nivel. Si lo que querés es ocultar que sos un fantasma, tendrás que esforzarte más, mucho más, demonio.

Amenaza
Copretérito-indicativo
—Ah, no se podía esperar menos del genio de la familia Esteban. Pero sin tu traje, sin tu exorcista compañero y a plena luz del día, en un parque rodeado de niños, ya me esperaba poder convencerte fácilmente de no atacarme.
—Si conocías tan bien las circunstancias, probablemente ya te esperabas la amenaza de una captura, un exorcismo y un regreso obligatorio a tu origen ¿O acaso olvidabas tu contrato?
—Un contrato que traicionaba las expectativas ambiciosas de quienes se doblegaban ante la vida, pequeña exorcista. Tu amenaza la esperaba, sin duda, pero no esperaba una mirada de fuego en la muñeca de altar más atesorada por los Esteban. La amenaza, la propuesta de captura y la ruptura del pacto ya los conocía mucho antes de tu nacimiento, pequeña niña.

Medidas
Pretérito-indicativo
Si le dijera ahora mismo a Ralph lo acontecido en el parque, si le propusiera acordonar la zona y adormecer a los visitantes con una poción de humo. Si llegáramos de día y atrapáramos al fantasma antes de que escondiera su presencia. Si la captura se diera de forma rápida y poco llamativa.
Si lograra ocultar la verdad y no comunicarle a mamá la forma de encontrar al fantasma. Si mantuviera, como siempre, mi pose silenciosa y únicamente realizara esta diligencia como todas las demás. Si pudiera pedirles a todos su ayuda y fusionar mi fuerza con la de ellos para luchar.
No, mentira. Como si no pudiera lidiar con este problema por mi propia cuenta. Como si no fuera capaz de destrozar yo misma a cualquier fantasma. Como si sintiera necesario realizar un ataque en este momento y romper con la paz de los alrededores. Como si alguna vez hubiera necesitado a alguien para completar mi trabajo. Como si no pudiera continuar así por mucho tiempo, para ser muy feliz.

Piedad o prudencia
Presente-indicativo
—Así que estás aquí de nuevo, sin un ejército de exorcistas a tu mando.
—No se necesita un ejército para un miserable fantasma voyerista que se pasa las tardes en el parque. Podés llamarlo piedad o prudencia, pero prefiero mantenerme tranquila de momento. Simplemente observo las circunstancias y decido cómo actuar luego.
—Ya veo. Entonces, creo que podemos conversar un poco todos los días, de ahora en adelante.

La justicia de la vida
Presente-indicativo
—Ustedes, los exorcistas, de verdad son una mezcla de lo despiadado y lo persistente. Sin importarles su propia vida, persiguen a aquellos que simplemente luchan por mantener la suya.
—El contrato de la vida es claro y justo, puedes tener la tuya, si la devuelves en su momento. Nuestro trabajo es simplemente utilizar los medios disponibles para cumplir ese acuerdo.
—Justo, ¿me decís? Una chiquilla como vos no puede darse el lujo de decir eso. La promesa de la felicidad y de alcanzar los sueños está incompleta para muchos de nosotros, el contrato no estipula que la vida se alimenta de sufrimiento.

La justicia sobrenatural
Pretérito-indicativo
—Las decisiones que hiciste y el camino que tomaste no son responsabilidad de la vida.
—Yo luché con mis dos manos, por la justicia y el bienestar de los otros. Entregué todo de mí para llenar de honor y brillo el mundo y, aún así, el contrato solo me inundó de sufrimiento y al final se burló de mí. La única justicia en ese momento fue no permitir semejante agravio.
—Y por eso luchaste y elegiste un camino distinto. ¿Y qué obtuviste? Una vida distinta, ¿no? Al final, incluso con toda tu fuerza, el contrato te opacó. Firmaste un acuerdo y por eso, jamás conseguiste volver a ser un ser de este mundo, te convertiste en un prisionero de tu propio intento de escape.

Prisionero
Presente-subjuntivo
—¿Y si el exorcista también fuera un prisionero de ese contrato? Condenado a estar siempre al servicio de esa despiadada vida, aún si quisiera elegir un destino diferente.
—¿Y quién quisiera un destino distinto? Como si un un ser sobrenatural comprendiera la fuerza de nuestros pactos—disgustada y compasiva.
—¿Quién quisiera un destino distinto? Si fuera a tu cama esta noche, sin duda alguna, en medio de sollozos, esas palabras incesantes mis oídos de fantasma las escucharan—sentencioso, provocativo.

Esclavo
Presente-indicativo
—La condena de un fantasma es la eterna soledad—tranquila, a pesar de las provocaciones— ¿Creés que no sé cómo responder a ese tipo de aseveraciones? ¿Qué tengo que escuchar de quién no sabe nada?
—Nada, ¿decís? Si vos misma sos la representación más exacta de un prisionero. Atrapada como una rata en un abismo de repeticiones. Siempre sos recogida a la misma hora, por el mismo hombre, en el mismo carro, como una mosca atrapada en una tela de araña. Pero bueno, ¿qué digo?, esa comparación es innecesaria, porque incluso en la espalda, marcado con cicatrices, tenés el símbolo metafórico más claro del tipo de esclava que sos y quién es tu verdadero dueño.
—El tatuaje de enredadera representa la fuerza de nuestra unión y lo profundo de nuestro compromiso. Si de alguien somos esclavos, es de nosotros mismos.

Matrimonio arreglado
Presente-indicativo
—¿No es la tuya la familia en la que se deciden los compromisos de matrimonio incluso antes de concebir a los hijos? Todos los demonios sabemos los sacrificios que hacen los Esteban para mantenerse idénticos a través de generaciones ¿Acaso no existe un contrato moral de no sembrar semillas dentro de la propia familia? Con tal de asesinar, violan el tabú propio de la especie humana ¿Es eso libertad? ¿Es eso lo que estás dispuesta a aceptar?
—Ya es tarde—una chispa de ira se enciende en la fricción de sus músculos—, y una fila de fantasmas están esperando su encuentro con el infierno.
—El infierno está aquí, pequeña exorcista—la ve alejarse—y solo vos decidís convertirlo o no en el cielo.

Infancia
Postpretérito-indicativo
Escucharía siempre los mismos regaños y amenazas. Sentada en un rincón, aprendería a disfrutar el aroma de la sangre y miraría atentamente las disecciones de los cuerpos poseídos. Temería siempre la mano de un exorcista superior sobre su cabeza, sobre sus brazos, sobre su rostro. Lloraría a escondidas la pérdida de su mascota y, frente a toda la familia, no dudaría en robarse los ojos de aquel cuerpo inerte, enfocado con los ojos de muñeca.
Fingiría no escuchar las conversaciones secretas. Ocultaría de todos los exorcistas su capacidad de descifrar perfectamente los códigos de conversación, sin haberlos estudiado siquiera. Controlaría la reacción de su cuerpo luego de escuchar los más temibles pecados y fingiría ser indiferente sin importar el nivel de la plática.
Bloquearía cada uno de esos terribles recuerdos. Y, a pesar de la inmoralidad y la desgracia, elegiría seguir obedeciendo con entrega y repetir las leyes aprendidas. Caminaría con fuerza para ser tan superior como cualquiera, y para no temer los golpes sobre su cuerpo. Reaccionaría como una de esas alcancías de cochinito y no dejaría salir los tesoros. Pero más importante todavía, sin importar nada, no se rompería.

Don’t say “Lazy”
Futuro-indicativo
Please don’t’ say “You are lazy”
Casi no habrá tiempo para escuchar música, sin embargo, la silenciosa muchachita del parque siempre encontrará el momento para sacar los audífonos y poner una canción. Y esa canción, siempre será la misma sin importar la hora, el día, el lugar y la fecha. El botón de retorno se gastará más pronto que los otros.
datte honto ha crazy
Y esa música enloquecerá lentamente el sentido de los conversaciones del parque y las hará locas y rebeldes y perezosas. Esa música se convertirá en un tormentoso recuerdo para sacar a relucir en las horas solitarias de la muchacha, la anciana y el gato del parque.
Kushakutachi ha sou Koko zo to iu toki bi wo bakaserun desu
Los cisnes se convertirán en tiza y los acordes se casarán con las memorias para atormentar día y noche corazones confusos. Palabras más, palabras menos, todas danzarán en la cabeza. Y el botón de retorno se deshará hasta volverse casi transparente.

Amor
Pretérito-indicativo
Ese día, para no variar, Rebeca se levantó de la banca del parque, completamente disgustada con el último comentario de ese ignorante fantasma. Se alisó la falda del colegio y se marchó sin despedirse, para marcar más su intolerancia. Revisó tener el suficiente tiempo para entrar al baño, tomar un sorbo de agua y salir naturalmente con el tono de la campana.
El agua le supo particularmente metálica, por el efecto de la antigua cañería. Caminó con entera tranquilidad sobre el adoquinado de rombos amarillos y negros, hasta llegar a las verjas negras rodeadas de árboles. Fue entonces cuando la vio, idéntica a la imagen de su recuerdo. El corazón le dio un salto e intentó huir de su pecho, pero ella mantuvo la expresión intacta.
Desde la ventana de esa monótona camioneta, Oralia la saludó emocionada con la mano. Ella no contradijo sus propios instintos y no aceleró la velocidad de pasos. Caminó por un sendero eterno hasta tocar la manija de la puerta y su alma se desfragmentó en un centenar de emociones y recuerdos. Por un momento, todo fue cálido. Se subió al carro y, justo cuando percibió la calidez del abrazo, la palabra “amor” se adueñó de todos sus pensamientos.

Idénticas
Presente-indicativo
—¿Ahora seguirme al colegio es otro de tus pasatiempos? Su nombre o su relación conmigo no es de tu incumbencia.
—No es necesario ponerse tan a la defensiva. Lo pregunto porque ustedes dos son un producto muy bien fabricado. A pesar de la diferencia de edad, realmente iguales en todos los aspectos, hasta la última hebra del cabello.
—Por supuesto, porque en eso se basa nuestra fuerza. En medio de la oscuridad de la noche, no podés saber quién te ataca ¿Soy yo, mi madre, mi hermana? No existe medio de poder diferenciarnos de ningún modo. Por eso, nuestra familia siempre está unida, no somos individuos, sino un grupo. Somos el clan de los Esteban.

Seis letras
Postpretérito-indicativo
—Y entonces—una risa ligera, burlesca—, ¿porqué habrían de darte un nombre solo para ti? ¿Por qué te arrullarían con los dulces sonidos del nombre Rebeca? Seis letras fabricadas de aire: R-e-b-e-c-a—con lentitud rítmica.
El silencio de las cosas rotas.
—Y aún así, yo lo sabría—un maullido meloso colándose en el aire—. En medio de la noche más oscura, atrapado entre hebras de cabello idéntico, sin duda lo sabría. Reconocería la fuerza de tu conjuro, la ira de tus manos, tus pasos cortando el viento y sobre todo, el fuego azul de tus ojos. Te reconocería como un nombre de seis letras, incapaz de difuminarse en medio de los Esteban; brillarías como alguien completamente distinto al resto.

Repetición
Presente-indicativo
—En este mundo, todo cae, sube y vuelve a caer. Los pensamientos de las personas se llenan de indiferencia y amor, de batallas y descansos, de risas y llantos. El conocimiento de todas las cosas gira y gira hasta lograr concretarse pero, incluso en ese momento, la búsqueda recomienza. El mundo es una cosa destinada a no terminar nunca.
—Y entonces, ¿por qué seguís aquí viendo una obra sin sorpresas?
—Una vez cada 50 tétrunes, o más, algo cambia, ¿sabés? Después de incontables tétrunes sé con certeza que todo gira en un baile desacompasado, pero aún así, siempre encuentro algo al alcance de mis ojos, pero no de mis manos. Por ejemplo, en este mundo, todo se repite, Rebeca, todo, menos vos.

Cárcel
Copretérito-indicativo
Era una cárcel de normas memorizadas una por una tras noches de insomnio y temor. Ella estaba acostumbrada a vivir respaldada en ellas y a seguirlas para garantizar su propia supevivencia y la de todo su clan. Porque esa cárcel era al mismo tiempo el lugar más cómodo del mundo, dónde no era necesario pensar para seguir viviendo.
Era una cárcel de pensamientos enterrados bajo las sábanas. Ella intentaba escapar de ese sitio y apagar la persecución con los audífonos al volumen máximo. Porque en esa cárcel se prácticaba la tortura de los recuerdos sinuosos, los cuales incitaban a revelarse incluso al más cuerdo.
Era una cárcel de palabras dichas y no dichas. Ella decía las menos posibles para evitar retractarse eventualmente de ellas. Porque si alguna vez volvía sobre sus pasos no quería recoger demasiados trozos de frases, prefería cometer el pecado del eterno silencio.

Hermanos
Presente-indicativo
—¿Vas a casarte con él, con el tipo de la camioneta?— ella se voltea, sorprendida—Ya sabés que no es un secreto para mí, los exorcistas del clan Esteban solo se casan con miembros de su misma familia.
—La persona de la camioneta es mi hermano— sentenciosa, concreta—. Incluso si los registros de la ciudad indican que nuestras madres son primas, esa persona es hijo de mi padre, nacido antes del matrimonio. Y aún así— iracunda, fúrica—, él es capaz de tomarme la mano cuando estamos solos, sin ninguna vergüenza.
—Y aún con esa ira en los ojos lo aceptás, ¿cierto? Solo porque tu abuela lo pide, le entregás el cuerpo a alguien de tu misma familia.

Incesto
Antepresente-indicativo
—Lo he visto con mis propios ojos: un padre casándose con su propia hija. Y aún así, he ido a revisar los registros familiares, pero los han limpiado cuidadosamente, todo intacto.
—Bueno, siempre lo he supuesto. Esa figura repetida una y otra vez me ha atormentado sin cesar, la casualidad no ha entrado en el juego sino la genética.
—Han llegado tan lejos para cazarnos, le han vendido su alma al poder de un círculo corrupto. Hemos visto lo más bajo de este mundo y aún así, hemos sido capturados por seres demasiado inferiores a nosotros.

Llegada tardía
Futuro-indicativo
Nunca entenderá el verdadero motivo. Simplemente recordará el tema de la conversación y las discusiones de ese momento y, evidentemente, el timbre del celular para avisar de la llamada entrante.
Correrá con toda su alma hacia la escuela, pero acatará a tomar un ligero desvío para aparecer por otra ruta y no delatar tan fácilmente su lugar secreto. Observará la camioneta y calculará menos de 15 minutos de retraso, fáciles de reponer, fáciles de recuperar. Incluso sonreirá al saberse en una situación tan cotidiana para el resto del mundo y tan ajena para ella.
Divisará a su madre sentada en la camioneta, y entonces dejarán de parecerle divertidos los ligeros cambios. Maldecirá mil veces el encuentro de dos terribles encuentros simultáneos, pero aún más la mirada de compasión de Ralph al abrirle la puerta del carro. Durante el viaje, preparará su mente para encerrar en lo más profundo la palabra prohibida: hastío.

Tradición de madre e hija
Pretérito-indicativo
Odela tomó a su hija del cabello y la arrastró a la habitación. Comparó el peso del cuerpo actual con el de la pequeña niña de un tétrune atrás, pero no tuvo miedo. La arrinconó contra la cama de un empujón. No cerró la puerta del cuarto, ni le impidió a Ralph el paso, pero sí inmovilizó el brazo de su hija, como el de tantos cuerpos poseídos por espectros.
Y la golpeó. No una, ni dos, ni tres veces, sino tantas como le permitió la ira en ese momento. Escuchó un sollozo ahogado, casi inevitable. Repitió las reglas: “No salir de casa sin avisar a tres parientes de su hora de regreso y destino”, “Respetar siempre el horario estipulado”, “Obedecer a respectivo encargado”, “Estar siempre a tiempo”.
“Listo, prima, suficiente”. Observó un brazo de hombre interpuesto en su camino, quiso parar, pero un brazo que, prácticamente en un parpadeo cambió de niña a mujer, retiró el otro con desprecio y pidió recibir su castigo con tal de no ser salvada por Ralph. Odela aceptó. Por cada letra de las reglas, estampó un golpe nuevo en el cuerpo al cual le dio la vida.

Fuerza desperdiciada
Presente-indicativo
— ¿De verdad está bien que una exorcista de tu nivel reciba una paliza como esa? ¿No sos la más fuerte? ¿No podés detenerlos en cualquier momento?
—Nadie puede entender el sentido del deber y la lealtad de un exorcista hacia su familia. Esto no es nada comparado con mis entrenamientos y con otros castigos.
—Pero ese cuerpo, esa genialidad, es digna de llegar muchísimo más lejos. No entiendo como una miserable enredadera puede detener a alguien cuyo espíritu está hecho de fuego.

Contrato
Presente-indicativo
—Hagamos un contrato, vos y yo, un contrato irrompible entre fantasma y exorcista; un contrato irrompible entre prisionero y prisionera de la familia Esteban.
—¿Sin ningún secreto, demonio Indraneel?—una sonrisa se dibuja en el alma del espectro al descubrir su invisibilidad perdida desde quien sabe hace cuánto tiempo.
—Sin ningún secreto, exorcista de primer nivel, Rebeca Esteban.

El parque ese día
Presente-subjuntivo
Ojalá el parque supiera de este encuentro. Entonces, quizá el viento soplara con mayor delicadeza y el cielo pintara sus celajes de un color más azulado, digno del demonio de las llamas. Quizá los niños callaran y dejaran de gritar a lo lejos mientras persiguen las palomas asustadas. Quizá se reunieran asistentes para el encuentro.
Ojalá ella estuviera usando una ropa más adecuada, su traje de exorcista color púrpura desilusionado, en lugar de ese estupido uniforme de colegio color café, algo holgado para su figura esbelta. Y la anciana, un atuendo menos clásico, digno del famoso Indraneel, sin un molesto gato en el regazo.
Ojalá el momento no fuera un instante tan bellamente ilustrado: una anciana y una niña sentadas en una mesa, frente a un tablero de ajedrez. Ojalá pareciera un combate mortal en lugar de un simple e idilico encuentro.

Términos legales
Presente-indicativo
Los abajo firmantes se comprometen a llevar a término los requisitos de este contrato, disputado por medio de una partida de ajedrez.
En el caso de haber perdido, la parte sobrenatural del contrato se compromete a proveeer de un ambiente propicio para su exorcismo ritual, considerándose el oponer resistencia una inmediata violación al presente contrato y sus términos. De este modo, la parte sobrenatural firmante se compromete también a concluir su contrato con la vida y responder a los términos establecidos en dicho documento.
En el caso de haber perdido, la parte no natural del contrato deberá entregar como prenda el control absoluto de su cuerpo. Esto implica no ofrecer ninguna resistencia a la posesión demoníaca ni en el momento del traslado ni en momentos posteriores. De perder la partida de ajedrez, se compromete a entregarse de inmediato y eternamente a la parte sobrenatural abajo firmante.

Posesión demoniaca
Futuro-indicativo
—¿Valdrá la pena arriesgar esta vida robada solo por el cuerpo de una pequeña exorcista?
—¿Y qué harás con él? ¿Qué harás si llegás a ser el dueño absoluto de Rebeca Esteban?
—Asesinaré a todos los miembros de tu familia, uno por uno. Me aprovecharé de tu conocimiento, tu velocidad y tu fuerza para erradicar la fuerza elemental del círculo, hasta romper la esencia misma de su magia. De esa forma, recuperaré mi verdadero cuerpo y volveré a ser el demonio de llamas azules.

Estrategia
Antefuturo-indicativo
Habré estado sentada frente a un tablero como este al menos cien veces. Una y otra vez habré movido las piezas en una metódica estrategia encaminada a desarrollar una memoria perfecta. Habré repetido esquemas posibles de acción para ganar la batalla, como una máquina insensible ante cualquier oponente.
Habré visto llorar frente a mí a adultos y niños por no poder ganarme y habré recibido halagos de los más altos mandos por darles “un espectáculo digno”. Y ellos, ¿habrán sentido algo de pasión por piezas con figuras, sin mando ni significado?
¿Habré odiado siempre este juego o habré aprendido a amarlo con el tiempo? ¿Habré mentido al afirmar haber jugado una sola vez? ¿O, simplemente, habré asimilado el ajedrez como una metódica estrategia para atrapar, capturar, inmovilizar y asesinar al enemigo?

La partida
Copretérito-indicativo
Cuando yo era niña, mi papá se esforzaba por enseñarme a jugar al ajedrez. Yo lo intentaba pero dos segundos después ya estaba cometiendo errores tontos y jamás lograba ganarle a nadie, por más que me esforzara.
Por eso, ese día en el parque, yo miraba a los dos combatientes sin entender mucho de sus estrategias o sus tácticas. Lo que sí entendía, sin duda, era ese hermoso ritmo de piezas cambiando de sitio, en una sincronía perfecta. Lo que sí entendía era el brillo de dos almas perfectamente acompasadas.
De un lado y de otro, los colores se iban fundiendo y las piezas desaparecían. Como un baile monocromático las piezas se encontraban y se aglomeraban alrededor de un único objetivo. Había belleza y soledad en eso, había una historia amalgamada por fuego y viento.

Esto
Presente-indicativo
Esto, esto verdaderamente es el hastío (mueve la pieza y anticipa tres movimientos). Infinitamente las mismas repeticiones una y otra vez en mi cabeza. Matanzas, guerras, peones, todo es igual. Si cambias algo de lugar, el enemigo se mueve en consecuencia, lo haces creer en su victoria y luego lo aplastas.
Esto, esto es verdaderamente el hastío (su enemigo la sorprende con un movimiento no previsto). Es estar harto de saborear siempre una vida con las mismas esencias, es reconocerse como alguien perfectamente reemplazable y repetible. Una pieza de un juego detestable y, sobre todo, finito.
Todo esto es el hastío. La palabra más prohibida de todas (ella anticipa de nuevo, planea su victoria). Una palabra sucia, capaz de ensuciar la mente de quien la pronuncia en sus sueños. Una palabra podrida y, al mismo tiempo, deliciosa.

Jaque
Presente-indicativo
—Jaque—lo dice lentamente y con calma.
—Ciertamente, pero no es el final del juego—no se inmuta en absoluto.
—Incluso si pierde ahora, pequeña exorcista, le aseguro que el juego dura para siempre—y sonríe.


Órdenes
Imperativo
Inclínate ante mí y entrégame como prenda tus ojos impregnados de fuego azul. Abre en dos tu espíritu y permíteme apropiarme de todo tu ser. Olvida tu lealtad y tu respeto por las enseñanzas de tu familia y conviértete en un fino instrumento para desmembrar a todos tus iguales.
Sé única, para mí. Sé única, para todos. Con pasos que cortan el viento y conjuros hechizantes de sirena, corta la cabeza de los blasfemos y rompe en pedazos tu propio y amado círculo. Hazme fuerte con tus manos suaves, hazme inmortal con tu cuerpo de niña.
Inclínate ante mí y usa tu cabello aromático para limpiar la sangre de nuestros enemigos. Usa mi nombre y mi excusa para cobrar venganza de todos los pecados evidenciados frente a ti. Vive junto al demonio de llamas azules y comparte conmigo el odio por la siempre injusta y tracionera vida.

Dos opciones
Futuro-indicativo
Será triste caer en una trampa tan sencilla. En ese momento, estarás atrapado en mis finas redes, demonio Indraneel. La enredadera tatuada en mi espalda se extenderá hacia ti y te convertirá en un eterno prisionero del contrato de la vida. Me bastará un movimiento en la siguiente jugada para aplastarte definitivamente.
Realizaré mi jugada estrella, ganaré la partida y me convertiré en la dueña de tu destino. Cumpliré los acuerdos de nuestro contrato, te enviaré a ajustar cuentas con la vida y pasaré a ser reconocida como la salvadora de la familia Esteban. Permaneceré en la sombra del mundo y seré la luz para los exorcistas de mi círculo. Cumpliré el destino establecido para mí desde el inicio.
O… fingiré no haber planeado esto. Moveré la pieza según tus cálculos y enfrentaré la derrota. Entregaré mi cuerpo al demonio Indraneel y seré usada para exterminar a todo los miembros de mi familia. Causaré el final de todo o, más bien, el principio de todo…

El final de todo
Pretérito-indicativo
—Nunca me dijiste tu nombre—colocó la pieza en el tablero, con la mirada baja.
—Cuando nací por primera vez, mi madre me llamó Ilesh—movió su pieza y empujó la de ella con un poco de desdén—. Fueron ustedes quienes luego me pusieron por nombre Indraneel. Y por eso me convertí en esto—apretó la pieza en sus manos rugosas—. Jaque mate.
—Cuando nací, los miembros de la familia Esteban me llamaron Rebeca. Pero—reveló una insospechada sonrisa—, cuando te conocí de verdad, vos también, me llamaste con ese nombre, ¿cierto? La segunda vez que nací, me regalaste un nombre de seis letras, un nombre único, un nombre solo para mí: R-e-b-e-c-a…—y dejó caer las manos a los lados, sin energía.

El principio de todo
Presente-indicativo
—Y ahora, por fin, sos mía para siempre.

Traslado
Pretérito-indicativo
En medio de la luz difusa del atardecer, cuando las voces de los niños se alejaron para regresar a casa antes de la aparición de la luna, quedaron los dos cuerpos, frente a frente. El celular de ella comenzó a vibrar, pero sus extremidades desmayadas no reaccionaron y el aparato cayó al suelo.
Entonces, el pequeño gato color negro se levantó del regazo de la anciana, caminó por encima de la mesa y se colocó en los brazos de Rebeca Esteban. Y, con un movimiento tan sencillo, selló el contrato de posesión e Indraneel se adueñó del cuerpo de la muchacha, completamente.
Caminaron con dificultad para alejarse del parque, juntos. Y el celular quedó en el piso, llamando desesperadamente a su dueña.

Segunda transformación
Presente-Indicativo
Me miran con odio en los ojos y traen filas de ejércitos para enfrentarme. No tienen respeto por la vida de nadie y entregan a sus niños como ofrenda para mí. Y los mato, sin piedad, porque casi me lo están rogando. La vida y su contrato injusto son eso y ustedes lo defienden con entrega.
Pero vos, vos sos diferente. Venís frente a mí y decís representar a alguien muerto hace ya mucho tiempo. Cantás con una voz que me ensordece y el aroma de tu ropa me impide poder encontrarte. Intento atacarte, pero no te veo. Huís de mí como una rata y caigo en la trampa de tu círculo. Luchamos durante mucho tiempo y, finalmente, veo la sangre salir de tu cuerpo.
Pero cuando salgo de vos, de tu círculo, estoy en la batalla, como al principio, pero mi cuerpo ya no arde en llamas, sino que apenas me muevo. Doy un grito, pero escucho un miserable maullido; intento ponerme de pie, pero mis patas no me lo permiten. Apenas tengo control suficiente para huir de ustedes. Encerrado en el cuerpo de un miserable gato, juro venganza eterna contra ti y toda tu familia, prometo romper tu círculo y calcinar el mundo entero con mis llamas azules.

Desaparición
Pretérito-indicativo
La llamó por teléfono varias veces antes de intentar otra cosa. Desechó de inmediato toda posibilidad de llamar a su prima y decidió entrar al colegio para indagar por ella. Trató de aparentar normalidad cuando conversó con la maestra, pero prácticamente se desplomó cuando supo que Rebeca le mintió acerca de su horario.
Tomó la decisión más difícil de su vida: apagó el teléfono. Comenzó a preguntar a todas las niñas del colegio acerca del paradero de la muchacha y, finalmente, alguien le dio una referencia del parque cercano. Corrió hacia allí y pensó en mil excusas para su retraso.
En el parque, solo encontró a una anciana dormida en la silla del ajedrez. Encendió el celular, llamó a Rebeca y, entonces, escuchó la vibración del teléfono. Lo recogió del suelo, lo abrazó y temió lo peor. De inmediato, envió una alerta total a los miembros de la familia y juró, a cualquier precio, encontrar a su princesa perdida.

Carta de Rebeca
Antepostpretérito-Subjuntivo
¿Qué hubieras dicho, primo, si lo hubieras sabido en ese momento? Que hubiera preferido morir a tomar tu mano o escuchar tus palabras de afecto; que hubiera preferido quemarme toda la piel del cuerpo con un solo fósforo, trozo a trozo, a sentir tu abrazo o tu beso sobre mi mejilla; que me hubiera arrancado los ojos para no ver tu cuerpo sobre el mío nunca, jamás.
¿Qué hubieras escuchado, madre, si me hubieras preguntado en ese entonces? Que hubiera preferido padecer la agonía de la soledad eterna a ser el espejo de tu presente y tu memoria; que hubiera elegido beber tu sangre y profanar tu cuerpo a salvarte la vida en cualquier instante; que hubiera entregado mi alma a cualquiera con tal de no sentirme parte de tus pertenencias.
¿Qué hubieras sentido, Oralia, si me hubieras abrazado esa tarde de verano? Hubieras encontrado el amor mezclado con el desprecio, el aroma del desencanto impregnado en mi ropa y una lágrima de mi cariño de hermana, idéntica al cristal de tu pupila. Hubieras percibido el fin de todo y la razón de mi partida: el hastío más grande que una mente humana hubiera imaginado jamás.