Archive for septiembre 2011

El parque ese día


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Presente-subjuntivo



Ojalá el parque supiera de este encuentro. Entonces, quizá el viento soplara con mayor delicadeza y el cielo pintara sus celajes de un color más azulado, digno del demonio de las llamas. Quizá los niños callaran y dejaran de gritar a lo lejos mientras persiguen las palomas asustadas. Quizá se reunieran asistentes para el encuentro.

Ojalá ella estuviera usando una ropa más adecuada, su traje de exorcista color púrpura desilusionado, en lugar de ese estupido uniforme de colegio color café, algo holgado para su figura esbelta. Y la anciana, un atuendo menos clásico, digno del famoso Indraneel, sin un molesto gato en el regazo.

Ojalá el momento no fuera un instante tan bellamente ilustrado: una anciana y una niña sentadas en una mesa, frente a un tablero de ajedrez. Ojalá pareciera un combate mortal en lugar de un simple e idilico encuentro.

Contrato


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Presente-indicativo



—Hagamos un contrato, vos y yo, un contrato irrompible entre fantasma y exorcista; un contrato irrompible entre prisionero y prisionera de la familia Esteban.

—¿Sin ningún secreto, demonio Indraneel?—una sonrisa se dibuja en el alma del espectro al descubrir su invisibilidad perdida desde quien sabe hace cuánto tiempo
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—Sin ningún secreto, exorcista de primer nivel, Rebeca Esteban.

Fuerza desperdiciada


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Presente-indicativo



— ¿De verdad está bien que una exorcista de tu nivel reciba una paliza como esa? ¿No sos la más fuerte? ¿No podés detenerlos en cualquier momento?

—Nadie puede entender el sentido del deber y la lealtad de un exorcista hacia su familia. Esto no es nada comparado con mis entrenamientos y con otros castigos.

—Pero ese cuerpo, esa genialidad, es digna de llegar muchísimo más lejos. No entiendo como una miserable enredadera puede detener a alguien cuyo espíritu está hecho de fuego.

Tradición de madre e hija


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Pretérito-indicativo



Odela tomó a su hija del cabello y la arrastró a la habitación. Comparó el peso del cuerpo actual con el de la pequeña niña de un tétrune atrás, pero no tuvo miedo. La arrinconó contra la cama de un empujón. No cerró la puerta del cuarto, ni le impidió a Ralph el paso, pero sí inmovilizó el brazo de su hija, como el de tantos cuerpos poseídos por espectros.

Y la golpeó. No una, ni dos, ni tres veces, sino tantas como le permitió la ira en ese momento. Escuchó un sollozo ahogado, casi inevitable. Repitió las reglas: “No salir de casa sin avisar a tres parientes de su hora de regreso y destino”, “Respetar siempre el horario estipulado”, “Obedecer a respectivo encargado”, “Estar siempre a tiempo”. 

“Listo, prima, suficiente”. Observó un brazo de hombre interpuesto en su camino, quiso parar, pero un brazo que, prácticamente en un parpadeo, cambió de niña a mujer, retiró el otro con desprecio y pidió recibir su castigo con tal de no ser salvada por Ralph. Odela aceptó. Por cada letra de las reglas, estampó un golpe nuevo en el cuerpo al cual le dio la vida.

Llegada tardía


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Futuro-indicativo


Nunca entenderá el verdadero motivo. Simplemente recordará el tema de la conversación y las discusiones de ese momento y, evidentemente, el timbre del celular para avisar de la llamada entrante.

Correrá con toda su alma hacia la escuela, pero acatará a tomar un ligero desvío para aparecer por otra ruta y no delatar tan fácilmente su lugar secreto. Observará la camioneta y calculará menos de 15 minutos de retraso, fáciles de reponer, fáciles de recuperar. Incluso sonreirá al saberse en una situación tan cotidiana para el resto del mundo y tan ajena para ella.

Divisará a su madre sentada en la camioneta, y entonces dejarán de parecerle divertidos los ligeros cambios. Maldecirá mil veces el encuentro de dos terribles encuentros simultáneos, pero aún más la mirada de compasión de Ralph al abrirle la puerta del carro. Durante el viaje, preparará su mente para encerrar en lo más profundo la palabra prohibida: hastío.

Incesto


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Antepresente-indicativo



—Lo he visto con mis propios ojos: un padre casándose con su propia hija. Y aún así, he ido a revisar los registros familiares, pero los han limpiado cuidadosamente, todo intacto.

—Bueno, siempre lo he supuesto. Esa figura repetida una y otra vez me ha atormentado sin cesar, la casualidad no ha entrado en el juego sino la genética.
 
—Han llegado tan lejos para cazarnos, le han vendido su alma al poder de un círculo corrupto. Hemos visto lo más bajo de este mundo y aún así, hemos sido capturados por seres demasiado inferiores a nosotros.

Hermanos


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Presente-indicativo



—¿Vas a casarte con él, con el tipo de la camioneta?— ella se voltea, sorprendida—Ya sabés que no es un secreto para mí, los exorcistas del clan Esteban solo se casan con miembros de su misma familia.
 
—La persona de la camioneta es mi hermano— sentenciosa, concreta—. Incluso si los registros de la ciudad indican que nuestras madres son primas, esa persona es hijo de mi padre, nacido antes del matrimonio. Y aún así— iracunda, fúrica—, él es capaz de tomarme la mano cuando estamos solos, sin ninguna vergüenza.

—Y con esa ira en los ojos lo aceptás, ¿cierto? Solo porque tu abuela lo pide, le entregás el cuerpo a alguien de tu misma familia.

Cárcel


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Copretérito-indicativo



Era una cárcel de normas memorizadas una por una tras noches de insomnio y temor. Ella estaba acostumbrada a vivir respaldada en ellas y a seguirlas para garantizar su propia supervivencia y la de todo su clan. Porque esa cárcel era al mismo tiempo el lugar más cómodo del mundo, dónde no era necesario pensar para seguir viviendo.


Era una cárcel de pensamientos enterrados bajo las sábanas. Ella intentaba escapar de ese sitio y apagar la persecución con los audífonos al volumen máximo. Porque en esa cárcel se prácticaba la tortura de los recuerdos sinuosos, los cuales incitaban a revelarse incluso al más cuerdo.


Era una cárcel de palabras dichas y no dichas. Ella decía las menos posibles para evitar retractarse eventualmente de ellas. Porque si alguna vez volvía sobre sus pasos no quería recoger demasiados trozos de frases, prefería cometer el pecado del eterno silencio.

Repetición


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Presente-indicativo



—En este mundo, todo cae, sube y vuelve a caer. Los pensamientos de las personas se llenan de indiferencia y amor, de batallas y descansos, de risas y llantos. El conocimiento de todas las cosas gira y gira hasta lograr concretarse pero, incluso en ese momento, la búsqueda recomienza. El mundo es una cosa destinada a no terminar nunca.

—Y entonces, ¿por qué seguís aquí viendo una obra sin sorpresas?
 
—Una vez cada 50 tétrunes, o más, algo cambia, ¿sabés? Después de incontables tétrunes sé con certeza que todo gira en un baile desacompasado, pero aún así, siempre encuentro algo al alcance de mis ojos, pero no de mis manos. Por ejemplo, en este mundo, todo se repite, Rebeca, todo, menos vos.