Archive for enero 2009

Alicia e Isabel


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Imperativo



Imagina la espera de Isabel desde sus 16 años, junto a su actual indiferencia por las palabras de Alicia o su presencia dentro de la habitación. Imagina la esperanza de un tímido sí y un mundo diferente. Imagina la película pornográfica favorita de Isabel proyectada en el televisor del cuarto y el cómodo sofá color vino con una mancha de refresco. Imagina la conversación perfecta, capaz de sembrar esa duda en un corazón aparentemente cerrado.

Imagina a Alicia frente al ventanal de dos metros de alto, con dos puertas ahora cerradas, repletas de cristales impecables. Imagina las cortinas color verde musgo claro entrecerradas, y las siluetas dibujadas por el pequeño destello de luz. Imagina la cama, perfectamente tendida, con sábanas del mismo tono de las cortinas y dos almohadas mullidas por un artificio fantasmal. Imagina la mano de Alicia colocada con la palma sobre el marco de la ventana y el dedo pulgar en el borde de la viga de madera blanca. Imagina sus labios ligeramente abiertos y sus ojos deslumbrados por el paisaje de unos suburbios llenos de niños. Imagina un atardecer de tonos naranjas en un día perfectamente despejado y las nubes como velos del sol o de una exótica bailarina. Imagina la calidez y la calma de esa mezcla de tonos anaranjados y sepias dentro del cuarto, antes de presenciar la muerte de un sol capaz de renacer cada día. Imagina un ligero gemido desde el sofá frente al televisor y la búsqueda de un papel olvidado, lo más pronto posible. Imagina un momento perfecto y un día imborrable. Imagina las palabras de Alicia: “Quizá, y sólo quizá…”

Imagina el grito de Keiko, los ruidos de pasos sobre la madera del pasillo y la interrupción más terrible para la vida de Isabel.