Archive for noviembre 2008

Tiempo trastocado


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Antepresente-Indicativo



Definitivamente, me he enamorado de ti porque he despertado a tu lado con el sonido de ese necio celular en mis oídos. Te he ordenado apagar el hijo de puta beep de ese aparato y me he tirado de la cama sólo para descubrir ese maldito tiempo trastocado, una hora tarde. Me he tirado de la cama y te he halado hasta la cocina únicamente para escuchar quejas por el frío. Me he alistado en diez minutos y llegado a clase con media hora de retraso.

Definitivamente, has escuchado todos mis berrinches y mis quejas. Has aprendido a entender mis demencias y a memorizarte una por una todas las tramas de mis novelas. Has hallado un mundo desconocido para toda la gente normal y promedio del universo y lo has amado sin condiciones. Has sido arrastrado por amigos y por mi misma a las más insospechadas demencias.

Definitivamente, hemos llegado tarde a casi todos nuestros compromisos. Hemos prometido mil veces cambiar nuestro estilo de vida y tirar por la borda ese maldito tiempo trastocado. Hemos jurado modificar nuestra mala conducta de levantarnos a la una de la tarde, si llegamos a tener hijos. Pero al final, y por eso me he enamorado de ti, nos hemos quedado durmiendo en la casa y hemos faltado a clase una vez más.

Los hubieras


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Antepostpretérito-Subjuntivo



Si te hubiera escuchado aquella vez, quizá hubiera vivido arrullado en tu regazo y hubiera sonreído todos los días de mi vida, como mi madre hubiese querido, si hubiera vivido lo suficiente como para desearlo.

Si no te hubiera traicionado, perdido e insultado, quizá hubiera encontrado la argolla perfecta para tu dedo y el primo Charlie hubiera dicho un brindis largo y gracioso en honor a tu pelo corto y tus pestañas largas.

Hubiera llorado en silencio todas esas traiciones y hubiera mentido acerca de mis engaños, golpes e insultos. Hubiera sido un mediocre padre y un aún peor marido, incapaz de abandonarte por los crímenes en su espalda. Hubiera mirado unos ojos brillantes, como estrellas esperanzadas, en lugar de este triste cadáver, prueba de tu suicidio.

Secreto


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Pretérito-Indicativo

No soportó más, llegó a su límite y experimentó la inherente necesidad de decírselo a alguien. Trató de recurrir a amigos, familiares, su novio, incluso conocidos; sin lograr atreverse. Pensó en mil tonterías, mil historias en su cabeza, pero ni la más oscura demencia opacó esa ansiedad por descubrirse.

Por eso, ese día, caminó por el pasillo con su cuerpo tembloroso. Lo vio. Se sintió enloquecida. Tanto la atormentaron las palabras atravesadas que lo detuvo y le pidió escuchar su secreto. Él asintió.

Soltó la verdad en menos de un minuto, sin tapujos; luego, la adornó con retazos de frases. Él escuchó hasta el final y prometió no revelar el misterio bajo ninguna circunstancia. Le susurró algo al oído. La miró sonreír. El reloj escondió un momento que quizás alcanzó para un silencio, una caricia o un beso. A la semana siguiente, sin embargo, él se encargó de contarle a todos el misterio de lo sucedido ese día en el pasillo.

Destino


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Postpretérito-Indicativo




Ella conocería perfectamente la llegada de ese día. Caminaría tranquilamente por la calle bajo una pertinaz llovizna, típica de la estación, y esa vecina la detendría un momento para pedirle ayuda con unas clases para su hijo menor. Sonreirían juntas al verlo disgustado por la narración de sus travesuras en la escuela y al final se despedirían con un ademán y una sonrisa de rutina.

Ella se encaminaría de prisa a la parada del autobús, justo después de la calle ancha, y en ese preciso momento se escucharía un tráiler, pero sin importarle nada cruzaría y creería firmemente que podría llegar al otro lado a salvo. Sin embargo, el chofer no la vería a causa del parabrisas mojado, aceleraría y se dirigiría hacia su indefenso cuerpo de sangre, huesos y carne, los cuáles se dispondrían a quedar esparcidos por el pavimento. La muchacha se voltearía con horror, colocaría las manos en el rostro y ahogaría el grito de espanto.

Justo en ese momento, ella y el mundo entenderían la verdad sobre su importancia. El furgón se partiría a la mitad frente a los ojos de todos y cada trozo chocaría con las casas de la urbanización vecina. Ella permanecería allí, estática, la vecina acudiría ante el bullicio, la miraría con cara de extrañeza y entonces la muchacha sabría, por fin con toda certeza, que justo ese día, no moriría bajo ninguna circunstancia.

Todos los Diegos son iguales


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Presente-Indicativo



Todos los Diegos son iguales y hablan de literatura, de tiempo o de suicidas en potencia. Los escucho, los percibo y casi nunca hablo porque soy tímida para conocer a la gente, además de que me gusta el silencio que son las voces de las demás personas. Todos los Diegos son iguales y se toman unas copas con los amigos, ríen, juegan, piensan. Se sientan a reflexionar sobre el tiempo, la amistad y la vida de la gente o las cosas. No leen libros, pero saben respirarlos. Todos los Diegos son iguales y escriben y relatan y yo los escucho o los leo con una sonrisa.

Pero no todos los Diegos son como tú y me abrazan en medio del frío, me acompañan a tomar un vaso de refresco en un restaurante desconocido y me dejan un grato recuerdo en la memoria. No todos se enojan conmigo y me hacen escribirle un cursi mail de disculpa porque soy de esa manera y no sé cómo evitarlo. Ninguno vive tan lejos que no pueda nunca saludarlo ni escuchar su pronunciación característica, ninguno es un amigo que discute si mi escrito es un cuento o un ensayo filosófico.

Todos los Diegos son iguales, pero como tú eres mi Diego, te llevo siempre como un llavero pegado en mi memoria.